Luego de la reunión con el médico, Kilian se marchó al despacho con el pretexto de hacer algo importante.
No quería dejarlo sólo, todo lo que necesitaba era verlo animado, así que subí para ver cómo estaba.
Toqué y me permitió seguir adelante.
Cuando entré parecía estar muy atento a un inmenso papeleo aunque una parte de mí me decía que estaba más ausente de lo que aparentaba.
-Pensé que te tomarías el día libre.- Tomé la palabra.
-Lo sé pero, me surgieron algunas cosas de imprevisto.- Habló sin alejar la mirada de los documentos.
Me acerqué un poco para ver de qué se trataba.
-Ya veo. Supongo que es importante revisar de nuevo lo que ya entregaste.- Dije al notar que lo que tenía frente a sus ojos sólo eran un montón de papeles que hace ya un tiempo considerable se habían concretado, es decir que nada había que cambiarles ya.
Finalmente me miró al sentirse descubierto.
-Lo lamento, al parecer los he confundido.- Sonrió de forma extraña.
-¿Realmente esa es la razón?- Cuestioné con tono de sospecha.
No respondió, sólo suspiró con fuerza, hizo los papeles a un lado y llevó la mirada a mí.
-Quizá es por lo que mencionó el señor Harvey, ¿me equivoco?- Proseguí.
-Esperaba otra clase de respuesta, supongo. En fin...- Lo aceptó.
Se puso de pie luego de decir eso.
-¿Te importa si salgo al jardín un momento? Me gustaría caminar un poco.- A pesar de esforzarse por mostrar un buen semblante, algo me decía que no podía confiar en eso.
Nada se me ocurrió en ese instante así que sólo asentí.
Justo en el momento en que su mano tocó la puerta, me arrepentí de simplemente dejarlo ir así.
Me moví rápido y lo atrapé abrazándolo por la espalda, entrecruzando mis manos alrededor de su cintura y recargando mi rostro detrás de él.
Cerré mis ojos con fuerza y me pareció escucharlo susurrar mi nombre.
-Por favor no te desanimes. Tú mismo escuchaste al doctor decir que no estaba seguro de nada así que no todo está dicho. Sé cuánto anhelas que nuestra familia crezca pero, aunque no sea así por favor no te aflijas demasiado.- Hablé aún sin abrir los ojos intentando que él atendiera a mi consejo.
En cuanto terminó mi intervención sentí cómo sus manos acariciaron las mías.
-No te preocupes por mí. Estoy bien, sólo algo confundido.- Se dio vuelta para quedar frente a mí. Yo lo miré. -Confieso que me decepcionó un poco el panorama que planteó Harvey, sin embargo también entiendo que sea cual sea el caso estará bien.
-Eres un hombre muy sensato e inteligente.- Acaricié su rostro.
-¿Lo soy?- Sonrió de nuevo. Asentí.
-Comprendo si deseas estar solo un momento.- Mentiría si dijera que yo me sentía normal, la verdad era que también me habían provocado algo las palabras del médico.
-Estoy bien. No te preocupes.
-De acuerdo.
Kilian había hablado sobre la idea que pasaba por su mente para el futuro con tanta emoción, que sentía que no hallaba las palabras correctas para animarlo.
Sin embargo, por fortuna poco a poco fue entendiendo la posibilidad.
En muy escasas ocasiones lo veía así de cabizbajo, no era propio de él así que me dolía ese hecho. Me esforcé mucho para poder alentarlo.
En poco tiempo sería su cumpleaños así que la ví como la mejor oportunidad para hacer algo por él.
Desde varios días antes, me escabullí para hacer un plan junto con Elían y Hanna que también habían querido participar.
Decidimos ofrecer una cena elegante pero sin demasiado protocolo, es decir relajado pero con un toque distinguido, tal como era Kilian.Acordamos que esa noche sólo acudirían las personas más cercanas al señor Barnett, aquellas con quienes realmente tuviera una buena relación y apreciara tener cerca.
Me esforcé demasiado para que él no sospechara nada y tenía la sensación de estar lográndolo.
Finalmente el día llegó. Hice lo primero que se me ocurrió para hacerlo salir del castillo mientras todo estaba listo.
Días antes seleccioné a detalle un vestido para esa noche, quería lucir lo mejor posible en el cumpleaños de mi esposo.
Todo parecía estar listo así que prácticamente ya sólo lo esperábamos a él. Yo lo esperaba en el jardín para poder guiarlo al comedor, me sentía muy nerviosa.
Mis palpitaciones se aceleraron en cuanto me pareció distinguir su figura.
-¡Kilian!- Me dirigí a él en el momento en el que lo ví.
-Anica, ¿qué haces aquí afuera? ¿Está todo bien?- Lo compadecí al ver su rostro, probablemente se le vinieron un sinfín de ideas a la mente.
Mientras hablaba parecía querer darme su abrigo, se había dado cuenta de lo fría que estaba la noche.-No hace falta.- Lo detuve. -Debes tranquilizarte, no sucede nada malo. Todo está bien.- Sonreí.
-Es un alivio en ese caso.- En cuanto recuperó la calma, comenzó a mirarme de esa peculiar manera que me hacía perder la cabeza.
-¿A qué viene esa mirada?
-Intento asimilar que la mujer que tengo frente a mí es mi esposa... No cabe duda, soy un hombre afortunado.- Se enmarcaron sus hoyuelos.
La sonrisa en mis labios fue espontánea e involuntaria.
De verdad necesitaba que todo fuera especial esa noche, Kilian lo merecía más que nadie.
Tomé su mano y le pedí que me acompañara.
Una vez que llegamos al comedor, él pudo ver a todos los invitados. La expresión en su rostro me lo decía, él ni siquiera lo esperaba. Por fortuna se veía feliz al mismo tiempo que sorprendido.
-¡Feliz cumpleaños, Kilian!- Elían fue el primero en hablar y acercarse a él.
-Creía que las fiestas de cumpleaños eran un mito.- Soltó mi esposo entre risas.
-Ya vez que no.- Continuó su amigo.
Kilian me miró con complicidad y le guiñé un ojo. Acto seguido se aproximó para saludar a todos sus conocidos; recibió un par de obsequios también.
-Por favor, toma asiento.- Le pedí después para que se integrara a la mesa.
Él atendió.
Durante toda la noche el comedor estuvo lleno de risas, charlas y anécdotas. Me encantaba ver a detalle la sonrisa que tenía Kilian en ese momento.
Fue uno de esos instantes en los que era totalmente consiente de lo mucho que adoraba al señor Barnett.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Lãng mạn•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...