Acompañé al señor Barnett hasta su habitación para que se recostara.
Una vez en la cama le solicité a una señora de la servidumbre que me proporcionara lo esencial para tratar a Kilian. Ella bajó presurosa y me quedé sola con él.
-¿Qué rayos pasaba por su mente, señor Barnett?- Lo regañé.- ¿Por qué golpearía a un hombre mayor a usted?
-No necesita saberlo.- Evadió.
-¡Claro! Son asuntos suyos, ¿no es así?... Es sólo que creí que en usted cabría algo de prudencia.- Reclamé.
-¿No le parece demasiado defender a ese tipo cuando ni siquiera está enterada de la situación?- Se defendió irritado.
-No lo defiendo, pero tampoco le doy la razón a usted. Dudo que tenga una causa válida para tratarlo de esa manera.
-No lo entendería...
-Nada lo justifica, usted debió...- Me exalté tanto que dejé de medir mis palabras. Por fortuna me interrumpió la señora con las cosas que pedí.
Se lo agradecí y se retiró.-Déjeme ayudarlo.- Dije acercándome a Kilian para limpiar sus heridas.
-No tiene que ayudarme si está tan molesta, ¿por qué no va a atender mejor a ese hombre?- Reprochó.
No dije nada, sólo puse un trapo húmedo en su mejilla sobre una de sus heridas. Lo presioné levemente para desquitar mi ira.
-¡Oiga!- Se quejó.
-Lo siento.- Dije falsamente.
Desinfecté también las lesiones en sus manos, causadas por la fuerza con la que se defendió.
-Creo que es todo lo que puedo hacer por usted. Ahora debería descansar.- Recogí los utensilios que usé.
-Gracias, señorita.- Dijo cuando ya le había dado la espalda para alejarme.
-Descanse y aproveche el tiempo para reflexionar su comportamiento.- Respondí sin voltear a verlo. Seguí mi camino.
[NARRADOR.]
Luego de ser atendido, Kilian recibió una visita en su habitación."¡Toc, toc!"
-Adelante.- Respondió el señor Barnett desde su cama.
-¿Cómo sigues?- Preguntó Elían cerrando la puerta detrás suyo.
-Estoy bien, aunque debo admitir que sabe pelear, me duele todo el cuerpo.
-¿Me contarás qué fue lo que pasó? No eres de la clase de los que iniciarían una riña por pequeñeces, así que realmente estoy intrigado.- Inmiscuyó Osmond.
-No te lo diré. Tal parece que has entablado amistad con la señorita Wenzel y es la última persona que debe saberlo.- Sentenció Kilian.
-Ya veo. Así que tiene qué ver con ella, ¿eh? ¡Excelente pista!
-Basta, Elían. Deja ya esa curiosidad.
-¡Oh, vamos! No hablaré al respecto.
Luego de varios minutos Kilian finalmente accedió a hablarle sobre cada detalle.
La indignación de Elían creció estrepitosamente.El día finalizó. La mañana siguiente Hanna y Anica salieron a dar un paseo a la plaza, lo hicieron tan temprano que ni siquiera tomaron el desayuno junto a Elían y Kilian.
Este último, ese día estaría ocupado fuera del pueblo, tratando asuntos referentes a su patrimonio.Por la tarde, las jóvenes regresaron a la mansión y únicamente se encontraron con el señor Osmond.
-Buenas tardes, señor Osmond.- Dijeron al unísono las chicas.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...