Una semana pasó desde que Kilian me contó sobre su madre.
Hace un día que Hanna y Elían salieron, aparentemente a un viaje de negocios del señor Osmond.
Él se disculpó conmigo por lo que hizo antes de irse, me pidió que lo pensara en su ausencia.Así, comenzó el día. Únicamente se encontraba en el castillo la servidumbre, Kilian y yo.
Nosotros fuimos a la empresa como empezaba a ser costumbre. Greta estuvo allí y era evidente que yo no le agradaba, como siempre intenté mantenerme al margen.
El clima había empeorado gravemente, Kilian propuso regresar temprano a casa ya que había comenzado a nevar y quizá los caminos estarían bloqueados si esperábamos más. De igual manera pidió a los trabajadores regresar a sus hogares.
Cuando llegamos a casa decidí subir a mi habitación y cubrirme bien, no estaba acostumbrada a climas tan fríos. El señor Barnett se fue a su despacho.
Estaba nevando tanto que me preocupé un poco por cómo estarían Elían y Hanna, si donde se encontraban era seguro o no. Rogué para que estuvieran bien.
Mi alcoba se volvió un congelador, siempre fue helada y por eso prefería estar en el jardín o en la sala, esta última solía ser un poco más cálida, por lo tanto decidí ir allá.
Me preparé un té caliente para conseguir calor, no le mentí a Kilian cuando dije que era sensible al frío y nunca había presenciado una nevada, así que me resultó muy difícil esa situación.
-Ah, aquí está.- Dijo Kilian entrando en la sala.
-¿Me buscaba?- Pregunté.
-Me preguntaba dónde estaría, según sé su habitación es una de las menos cálidas del castillo.- Habló sentándose a mi lado. - También recordé que mencionó lo difícil que le era lidiar con el clima gélido.
-Así es. Por eso vine aquí, sin embargo no parece ser suficiente.- Me quejé frotando mis manos.
El señor Barnett se levantó y se deshizo de su saco, luego me pidió que me pusiera de pie y me hizo ponérmelo.
-Se lo agradezco.- Mi voz sonaba muy bajo.
Hablamos varios minutos, me sentía mal, sin embargo no quise decir nada al respecto. Sentía intensos escalofríos y mucha debilidad. Pensé que quizá si volvía a beber algo caliente pasaría un poco.
Me levanté para ir a la cocina, él me acompañó.
Serví para ambos y luego volvimos a la sala. Dejamos las tazas en la mesa al centro.Aún estábamos parados, de repente sentí que todas mis fuerzas me abandonaron.
Inevitablemente caí, sin embargo el señor Barnett se movió rápido y me detuvo para evitar que golpeara mi cabeza contra el suelo.
Recuerdo sentir su calidez, luego de segundos cerré los ojos y no supe más.[NARRADOR.]
-¡Señorita Wenzel!- Pronunció Kilian con preocupación tras verla perder el conocimiento.La tomó en sus brazos y se dio cuenta de lo frío que estaba su cuerpo, eso fue una clara señal de alarma para él.
Se aseguró de que respirara y la levantó con el mayor cuidado posible mientras seguía llamándola.
-¡Señorita, por favor... Despierte!-Repetía con inquietud.
La llevó hasta la habitación de él. La puso con delicadeza sobre la cama y la cubrió bien.
Anica comenzó a recuperar la conciencia de a poco.
[NARRA ANICA.]
Abrí los ojos con pesadez, lo primero que ví fue al señor Barnett bastante ansioso.Estaba recostada en su alcoba, intenté sentarme de la impresión.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...