Dietrich prácticamente estaba a salvo con todo lo que había ideado.
Se suponía que si Kilian intentaba hacerle daño, yo moriría por ordenes suyas. Lo cual, si queríamos evitarlo, nos dejaba desarmados.
-Bueno, supongo que debemos despedirnos por ahora. Pero no se angustien, seguro que pronto sabrán de mí.- Dietrich tenía el don de crear un aura sombría a su alrededor.
-¡Dietrich!- Lo reprendió con frustración.
Parecía que el señor Barnett comenzaba a perder la paciencia. Su primo prácticamente estaba huyendo frente a nosotros y creía estar atado de manos sin poder hacer algo.
Entonces le hice un rápido gesto, mientras Dietrich continuaba con uno de sus discursos y tomaba sólo las cosas estrictamente necesarias para marcharse de una vez.
-Pero, ¿te despides tan bruscamente de tu primo favorito, Dietrich?- Habló Kilian sarcásticamente.
-Tienes razón, no debería hacer eso, después de todo, somos familia ¿cierto?- Entró en su juego.
Este último se acercó al señor Barnett. Para ese momento, él ya había bajado su arma.
En cuanto se aproximó lo suficiente, Kilian lo tomó violentamente por el cuello, esto lo hizo retroceder y estrellarse con un muro, entonces volvió a apuntarle.
-¡¿Qué diablos crees que haces?! ¡¿Olvidaste lo de Anica?!- Evidentemente no esperaba ese movimiento.
-Lo lamento, señor Ibonét, pero creo que dejaré de acatar sus órdenes por hoy.- Dije lanzando lejos la daga que me había dado.
-¡¿Qué?!- Me miraba con odio.
-Sabía que eras torpe, primo... Pero, ¿en serio? ¿Entregar tu arma? ¡Vaya, qué confianza tienes en ti mismo!- Lo provocaba Kilian.
De repente, le propinó un fuerte golpe que lo hizo caer al suelo.
-Admito que hace mucho quería hacer eso.- Sonrió.
Dietrich no podía defenderse a pesar de sus intentos, eso sin contar que claramente lo ponía nervioso que le estuvieran apuntando.
Después de esa acción, Kilian se acercó a mí sin dejar de seguirlo con el arma.
Fue entonces que sin previo aviso oímos entrar a alguien más en la sala.
Sin titubear ni un segundo y con algo de sorpresa se aproximó a Kilian.
-¡¿Qué clase de disparate planeas hacer?!
Tomó el arma con preocupación.
-¡Elían! ¿Pero qué haces?- Reprendió el señor Barnett.
Dietrich se incorporó en ese momento.
-¿Elían, qué haces aquí?- Estaba desconcertada.
El rostro del señor Ibonét cambió por completo, parecía sereno y confiado.
-Elían, ¿por qué no me ayudas a controlar esta situación?- Se dirigió a él con una familiaridad especial.
No entendí nada de lo que sucedía.
-¿A qué se refiere?- Kilian cuestionó al señor Osmond.
-Sólo saca de aquí a la señorita Wenzel por ahora. Tengo algo pendiente con ella que concretaré en cuanto me deshaga de mi primo.- Parecía darle órdenes.
-¿Elían?- Lo miré con confusión, sentí que no debía confiar en él.
Miró a Kilian de una forma extraña y luego se me acercó. Intentó agarrarme, yo me opuse.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Roman d'amour•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...