-Otra cosa que odio es que no me miren a los ojos cuando hablo...- Dijo mientras sostenía con fuerza mi mano frente a mí, justo debajo de mi rostro.
Lo miré sumamente extrañada por su repentino arrebato, estaba indignada, molesta y ciertamente un poco asustada por su sombrío semblante.
-¡Oh! Lo lamento, sólo jugaba no me mire así.- Pronunció descaradamente volviendo a entrar en su papel de chico amable.
Quité de un tirón mi mano de su atadura, él me miró con sorpresa.
-Permiso.- Mi tono de voz fue serio y distante.
A partir de allí intenté ser más cuidadosa para no encontrármelo.
Decidí no contárselo a Kilian dado que conocía su mala relación.Al final del día regresamos a casa.
El señor Barnett estaba bastante callado y parecía como si su mente divagara en otros asuntos.
-¿Ocurre algo?- Le pregunté justo en el momento en que entrábamos en la mansión.
-En absoluto.- Fue muy breve.
Me inquietaba verlo tan apartado, sentía como si algo anduviera mal.
-De acuerdo.- Me límite a aceptar. -Permiso entonces.- Me despedí de él para dirigirme a mi habitación.
Estuve allí algunas horas, sin embargo me sentía ansiosa desde que ví al señor Barnett así.
Decidí dirigirme al balcón donde él y yo nos habíamos encontrado la última vez, estaba en un punto central de la casa así que no creí que hubiera problema. Además necesitaba aire fresco cuanto antes para dejar de pensar en banalidades.
Iba entrando al balcón cuando me percaté de que alguien ya lo estaba ocupando.
Intenté retroceder silenciosamente para no importunar, aprovechando que me daba la espalda.
-La he escuchado llegar.- Soltó Kilian. Terminé sobresaltándome por su repentina intervención.
-Lo siento, vendré en otro momento.- Murmuré.
-Quédese si ya está aquí.- Propuso.
Poco a poco me acerqué hasta quedar al lado suyo.
-Han sido días difíciles, ¿cierto?- Me animé a iniciar la conversación.
-¿Qué le hace pensar así?- Cuestionó.
-Estos últimos días se le ha visto muy ocupado, eso sin mencionar el evidente estrés que trae consigo.- Le expliqué.
-¿Es tan evidente?
-Un poco.
Mostré una corta sonrisa.
De repente el señor Barnett lanzó un pesado suspiro, era casi como si le costara respirar.
-¿Se encuentra bien?- Le pregunté poniendo mi mano sobre su hombro.
Kilian volteó a verme. Sus ojos color jade tenían un brillo extraño y bastante notorio. Me hizo mostrar un gesto de confusión.
-Estoy completamente bien.- Dijo con naturalidad.
Ahora lucía sano y extrañamente cómodo, era como si hubieran cambiado de repente al señor Barnett débil de hace unos segundos. No pude asimilar lo que sucedía.
-¿Por qué actúa así?- Pregunté titubeando.
Di un paso hacia atrás, alejándome de él.
-¿A qué se refiere?- Parecía tan él, pero al mismo tiempo otro. Era algo muy difícil de explicar.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...