20. Una brillante dama para Kilian.

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-¿Por qué nos encerró aquí?- Le pregunté teniéndolo cerca aún.

-¿Le asusta quedarse sola conmigo?- Me cuestionó de regreso.

Estaba tan próximo a mí, entonces olvidé la valentía que me había traído hasta aquí.

-Por supuesto que no.- Mentí.

-Bien, entonces deje de temblar así.- Me respondió.

-No es de miedo, últimamente ha hecho mucho frío.- Intenté esconderlo. Sin darme cuenta mi cuerpo había empezado a temblar.

-¿Va a pedirme que la abrace?- Jugó.

-¡Por supuesto que no!

Él rió por mi reacción.

Intenté hacerlo retroceder poniendo una de mis manos sobre su pecho y empujándolo suavemente para intentar que no se percatara. Al mismo tiempo traté de distraerlo hablando.

-Parecía disgustado hace un momento, ¿cómo es que ahora está riendo así?- Pregunté.

-Usted dijo que era impredecible, por lo tanto no debe asombrarse demasiado.

Me descubrió y tomó mi mano. La miró atentamente y empezó a jugar con ella con delicadeza, parecía estar comparando la mía y la suya. Mientras hacía eso continuó hablando.

-El libro que tiene en su mano no pertenece a la biblioteca, ¿me equivoco?- Dijo mirando mi mano aún.

-No, es... Es un regalo... Del señor Osmond.- Confesé.

En cuanto terminé esa frase, Kilian volteó a ver mis ojos. Pareció desconcertado.
No dijo nada.

-¿Pasa algo?- Cuestioné al ver su reacción.

-No, en absoluto. Sólo que es toda una sorpresa para mí su relación con Elían.

Cuando mencionó eso sabía que estaba malentendiendo las cosas.

-No sé a qué relación se refiere.- Intervine.

-Hace un momento los ví en la sala... No quise molestarlos.- Soltó.

"No puede ser." Pensé. "Debe estar pensando mal."

Finalmente lo hice retroceder. Quedamos a una distancia cómoda.

-Por favor no mencione eso.- Le pedí.

-¿Por qué? ¡Ah, claro! Es su privacidad. Disculpe la intromisión.- Parecía estar actuando.

-Tuve que abofetearlo.- Dije sin rodeos. -Sé que es su amigo y lo lamento, pero no tuve opción.

-¡¿Qué?!- Estaba atónito.

-No me haga repetirlo, me siento apenada... Aunque también molesta... En realidad todo esto me confunde.- No sé porqué me sentía en confianza de decir eso frente a Kilian.

El señor Barnett comenzó a reír.

-¿Por qué se ríe? No es gracioso.- Le reclamé.

-Debe admitir que lo es.

Rió tan alegremente que casi me contagia.

-Nos estamos desviando del tema... Hace un rato le pregunté por qué estaba tan evasivo.- Insistí.

Se me acercó y comenzó a acariciar delicadamente mi mejilla derecha.

-Sólo estaba equivocado, no tiene importancia.- Su mirada me hizo temblar.

Me aparté de él.

-¿Acaso bebió, señor Barnett? ¿Por qué actúa así?- Lo interrogué, me confundía tanto.

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora