-¿Por qué nos encerró aquí?- Le pregunté teniéndolo cerca aún.
-¿Le asusta quedarse sola conmigo?- Me cuestionó de regreso.
Estaba tan próximo a mí, entonces olvidé la valentía que me había traído hasta aquí.
-Por supuesto que no.- Mentí.
-Bien, entonces deje de temblar así.- Me respondió.
-No es de miedo, últimamente ha hecho mucho frío.- Intenté esconderlo. Sin darme cuenta mi cuerpo había empezado a temblar.
-¿Va a pedirme que la abrace?- Jugó.
-¡Por supuesto que no!
Él rió por mi reacción.
Intenté hacerlo retroceder poniendo una de mis manos sobre su pecho y empujándolo suavemente para intentar que no se percatara. Al mismo tiempo traté de distraerlo hablando.
-Parecía disgustado hace un momento, ¿cómo es que ahora está riendo así?- Pregunté.
-Usted dijo que era impredecible, por lo tanto no debe asombrarse demasiado.
Me descubrió y tomó mi mano. La miró atentamente y empezó a jugar con ella con delicadeza, parecía estar comparando la mía y la suya. Mientras hacía eso continuó hablando.
-El libro que tiene en su mano no pertenece a la biblioteca, ¿me equivoco?- Dijo mirando mi mano aún.
-No, es... Es un regalo... Del señor Osmond.- Confesé.
En cuanto terminé esa frase, Kilian volteó a ver mis ojos. Pareció desconcertado.
No dijo nada.-¿Pasa algo?- Cuestioné al ver su reacción.
-No, en absoluto. Sólo que es toda una sorpresa para mí su relación con Elían.
Cuando mencionó eso sabía que estaba malentendiendo las cosas.
-No sé a qué relación se refiere.- Intervine.
-Hace un momento los ví en la sala... No quise molestarlos.- Soltó.
"No puede ser." Pensé. "Debe estar pensando mal."
Finalmente lo hice retroceder. Quedamos a una distancia cómoda.
-Por favor no mencione eso.- Le pedí.
-¿Por qué? ¡Ah, claro! Es su privacidad. Disculpe la intromisión.- Parecía estar actuando.
-Tuve que abofetearlo.- Dije sin rodeos. -Sé que es su amigo y lo lamento, pero no tuve opción.
-¡¿Qué?!- Estaba atónito.
-No me haga repetirlo, me siento apenada... Aunque también molesta... En realidad todo esto me confunde.- No sé porqué me sentía en confianza de decir eso frente a Kilian.
El señor Barnett comenzó a reír.
-¿Por qué se ríe? No es gracioso.- Le reclamé.
-Debe admitir que lo es.
Rió tan alegremente que casi me contagia.
-Nos estamos desviando del tema... Hace un rato le pregunté por qué estaba tan evasivo.- Insistí.
Se me acercó y comenzó a acariciar delicadamente mi mejilla derecha.
-Sólo estaba equivocado, no tiene importancia.- Su mirada me hizo temblar.
Me aparté de él.
-¿Acaso bebió, señor Barnett? ¿Por qué actúa así?- Lo interrogué, me confundía tanto.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...