-¿Cómo?- El semblante de Kilian cambió de un momento a otro.
Intenté usar las palabras más correctas para decírselo por que no sabía cómo reaccionaría.
-Me has escuchado bien... ¿Lo has pensado?- Insistí.
-A decir verdad no pero... Eso... Sería...- Comenzó a dejar frases incompletas mientras se iluminaba su semblante, para ser sincero nunca creí que mi amigo tuviera esa clase de faceta.
-¿Qué te parece si regresamos al castillo para ver cómo sigue Anica? Si continúa mal te prometo que conseguiré un buen médico sin importar qué.- Propuse. Él parecía seguir pensando, mientras mantenía una sonrisa.
[NARRA ANICA].
Me costaba asimilar lo que Hanna me había preguntado. Me quedé en silencio.-¡Oh, lamento si te incomodé! Sólo pensé en la posibilidad pero olvídalo.- Actuó con nerviosismo.
-¡No, no es eso! Simplemente no esperaba el tema.- Dije.
-Entiendo.
Continué pensando al respecto.
-¿Cómo te sentirías en ese caso?- Retomó.
-Evidentemente estaría feliz por ello.- Sonreí al mismo tiempo que mi corazón saltaba.
Pasó un rato cuando vimos a ambos chicos entrar en la sala del castillo.
Le hice una señal a Hanna para que guardara silencio y ella me guiñó un ojo.
-Anica, ¿cómo te sientes?- Kilian se apresuró hacia mí. Me puse de pie para encontrarme con él.
-No te preocupes, realmente estoy mejor.- Aseguré.
En cuanto terminé la frase, él me abrazó con fuerza, sentí algo especial en su gesto.
-Sé que la idea era comer juntos, sin embargo ¿qué tal si volvemos después cuando la señorita Wenzel haya descansado?- Propuso Elían.
-Estoy de acuerdo.- Segundó la señorita Hudson.
-Lamento mucho el imprevisto, espero que de verdad puedan venir pronto.- Agregué apenada.
-No hacen falta las disculpas. Podemos entender la situación, por favor cuídate.
-Gracias Elían. Gracias a ambos.
Después de eso se marcharon.
Kilian me cuidó como si de una niña se tratara, me hacía sentir querida.Cuando la noche llegó me costó conciliar el sueño. La suposición de Hanna dio vueltas en mi mente durante mucho tiempo...
A la mañana siguiente desperté sintiéndome mucho mejor, dispuesta a comenzar el día.
-Buen día.- Saludé a Kilian una vez que entré en el despacho.
-¿Tan temprano aquí?- Cuestionó.
-Por supuesto, debo terminar lo de ayer.
-Debiste descansar un poco más.
-Creo que fue suficiente.
Se acercó y acarició mi cabello.
-Debes decirme cuando algo te suceda, ¿de acuerdo? Me preocupé mucho.- Su rostro lo reflejaba.
-Te lo agradezco pero realmente me siento bien ahora.
Besó mi mejilla.
-¿Qué tal si te tomas el día? Podrías relajarte y descansar o leer lo que te agrade.- Sugirió.
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romansa•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...