40. Encuentro misterioso.

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Los días previos al baile del que me habló Kilian estaban por terminar.

Hacía ya bastante tiempo que el señor Barnett había comenzado a remunerar mis servicios en su empresa, pues "tenía los mismos derechos que cualquiera de sus empleados", según sus propias palabras.

Gracias a ello, había planeado comprar un vestido para el baile. Así que fuí a buscar a Hanna para que me acompañara.

Nos divertimos mucho, Hanna era tan optimista como de costumbre, no sabía quién de las dos estaba más feliz, supe entonces que de eso se trataba la amistad.

Al final del día conseguí un precioso atuendo. Lo miré por varios minutos en mi habitación y no pude evitar sonrojarme al pensar si sería adecuado para ir con Kilian.
Sentía cosas extrañas en el estómago la noche anterior al día del evento, estaba demasiado emocionada.

Por la tarde, del día siguiente, comencé a arreglarme para la noche.
Puse mucho empeño en mi arreglo personal, me sentía en un cuento y me temblaban las manos por estar con el señor Barnett. Sabía que aunque pasara el tiempo yo siempre me sentiría así cuando se tratara de él.

Cuando finalmente terminé, decidí bajar para encontrarme con Kilian. Él estaba en el piso principal, esperando por mí mientras charlaba con dos hombres del servicio.
Decidí detenerme en las escaleras para poder apreciarlo así, al menos unos segundos.

Ser elegante y pulcro, era parte de su rutina diaria, sin embargo esa noche parecía un verdadero príncipe. Portaba un traje que lo hacía lucir demasiado atractivo.

-De acuerdo, se los agradezco mucho. Por favor, ahora descansen.- Se despidió de ellos tan pronto como me vio.

-Con permiso, señor.- Dijeron ambos y se marcharon dejándonos solos.

Kilian volteó a verme.

Su mirada fue tan intensa que tuve que mirar el piso para que no notara mis mejillas rosadas.
Luego, volví a verlo.

Continuaba con su atención sobre mí y lanzó un largo suspiro. Sonreí.
Entonces se acercó y me tendió la mano para que bajara.

Tiró de mi mano inesperadamente haciéndome terminar en sus brazos.
Me abrazó con una ternura inexplicable, pude sentir su aroma de inmediato.

-Eres hermosa.- Me susurró con voz grave. -Gracias por darme el honor de acompañarme.

Percibí sus palabras tan sinceras y llenas de una sensación extraña que me sentí algo confundida.

-¿Ocurre algo?- Me animé a preguntar recargando mi rostro en su hombro.

-Sólo que siento que no merezco tanto.- Acarició mi cabello.

-Por favor no digas eso.- Cerré los ojos con fuerza y rodeé su cintura para abrazarlo mejor. -Lo quiero demasiado, señor Barnett.- Confesé una vez más. Él me abrazó más fuerte.

Después de eso, finalmente fuimos a la recepción.

El salón era enorme, lucía muy fino y de buen gusto, no podría haber esperado menos.

Me llamó la atención que había algunas personas con máscaras, como si fueran a comenzar algún tipo de show.
Por otro lado, el sitio estaba lleno de gente con sus mejores galas; trajes de alta costura, preciosos vestidos, en fin.

Caminaba orgullosa a través del salón tomada del brazo del señor Barnett, quien parecía ser un verdadero invitado de honor. Todos lo saludaban con profundo respeto y admiración.

Para mi sorpresa, varias personalidades se acercaban a saludarme también, al parecer sin darme cuenta, estar trabajando en la compañía había provocado que coincidiera con algunos de ellos.

En la sala, había músicos en vivo, tocando las piezas más bellas que haya escuchado. Se escuchaban tan majestuosas que me vino a la mente una idea.

-Señor Barnett.- Me dirigí a él.

-Dígame, señorita.- Imitó mi tono de respeto.

-¿Será que tiene algo de tiempo en su agitado itinerario como para bailar una pieza?- Jugué con él, la verdad es que en todo momento me había puesto la mayor atención posible.

-No podría negarme.- Sonrió con picardía.

Entramos en la pista entre varias parejas que se encontraban allí.
Eso me hizo recordar el primer baile que tuve con él. En ese entonces lo veía tan diferente, ahora sabía mucho más acerca suyo.

Kilian sujetó mi cintura y mi mano derecha, entonces comenzamos a bailar.

-¿Aún tienes miedo de mí?- Habló acercándose más.

-¿A qué viene esa pregunta?- Cuestioné.

-Has comenzado a temblar de nuevo. Puedo sentirlo en tus manos.- Me miró a los ojos.

-Lo lamento.- Fue lo único que se me ocurrió decir. La verdad tenía razón, no podía evitarlo, mi corazón estaba acelerado gracias a él

-Eres adorable. No te disculpes.- Lanzó una risa corta.

La música era tan calma y relajante. Aprovechándola, me permití mirar a mi pareja de baile con atención.

-¿Beberás una copa de vino conmigo esta noche? Recuerdo que dijiste que no te gustaba hacerlo, salvo en momentos especiales. ¿Este podría ser uno?- Me preguntó.

-Quizá lo haga, no bebería contigo sino te tuviera confianza. Sabes que el vino no me considera su mejor amiga.- Dije juguetonamente.

De pronto, el vals tranquilo terminó súbitamente.

Las personas con máscaras comenzaron a entrar en la pista, incorporándose por todos lados.

La música empezó a ser mucho más agitada y animada.

Iba a salir del centro siguiendo al señor Barnett, sin embargo sentí que alguien tiró de mí haciéndome retroceder e ir en dirección contraria.

No pude ver a Kilian alejarse, los enmascarados se encargaron de bloquear el panorama y hacer más fácil que yo saliera de allí con alguien más.

Esa persona continuaba jalando de mí. Comencé a luchar para soltarme, pensé que ya había sido demasiado como parte de un acto.

Sin embargo todo se tornó muy mal, quien sea que estuviera ocultándose detrás del antifaz, me arrastró hasta una alcoba bastante apartada.

Entró conmigo y cerró la puerta, aparentemente con seguro.

-¡¿Qué rayos le sucede?! ¿No cree que fue suficiente?- Me mostré completamente molesta.

Seré sincera, tenía miedo. Para entonces sólo nos encontrábamos esa persona y yo en la habitación.

-¡Le exijo que abra ahora mismo!

Me acerqué a la puerta con la mayor rapidez posible, pero me detuvo antes de poder hacer algo.

Terminé del lado contrario de la entrada.

De pronto empezó a acercarse a mí. El miedo aumentó.
Comenzó a deshacerse lentamente del antifaz que cubría su rostro.

No fue hasta que pude apreciar todas sus facciones que supe que de verdad, estaba en problemas...

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora