"Este hombre sí que es un descarado." Fue lo único que me pasó por la mente.
-Pienselo.- Dijo finalmente.
-Permiso.- Respondí y me dirigí al jardín. Necesitaba tomar aire, pensar, sentir un poco de libertad.
Me puse a regar las flores y limpiar un poco el jardín para distraerme. Estaba sumida en mis pensamientos.
De pronto una alegre voz me sacó del trance en el que me encontraba.
-Están quedando lindas.- Halagó una delgada voz.
Me giré para verla. Era Hanna regalándome una brillante sonrisa.
-¿Lo cree? Ciertamente son bellas, aunque les faltan algunos cuidados.- Seguí la conversación sonriendo de vuelta.
-Usted parece una buena persona.- Dijo de repente sorprendiéndome.
-¿Ah sí? ¿Por qué piensa eso?- Hablé tímida por el inesperado cumplido.
-Porque sus ojos parecen sinceros. Sé que no nos conocemos del todo, así que disculpe que se lo diga, pero mi madre siempre decía que es fácil reconocer a una persona pura con sólo mirar sus ojos y su sonrisa.- Comentó mirando melancólica a la nada.
-No sé qué decir, se lo agradezco muchísimo, en serio.- Me conmovió.
-Bueno, ¿y qué ha pensado de la invitación del señor Osmond?- Preguntó intentando ocultar cierta tristeza. Volvió a sonreír con amabilidad.
-Ah, sobre eso. Creo que tendré que darle una negativa.- Hice un gesto de vergüenza.
-¿Pero por qué? ¿No le gustan las fiestas? ¿O quizá la compañía?
-No, no es eso, no me malinterprete. Es por otra razón en realidad.
Me miró como pidiéndome que continuara hablando, al mismo tiempo hizo una señal para sentarnos en una banca frente a nosotras.
-En realidad el señor Barnett me ha invitado como su pareja durante la velada.- Dije apenada.
-Oh, ya entiendo. Y supongo que no tiene una muy buena relación con él.-Continuó sonriendo.
-Digamos que sí. Él es una persona difícil.
-¿Y no cree usted que es una buena oportunidad para limar asperezas? ¡Vamos acompañenos, será divertido! Le prometo que si no se siente cómoda yo misma le acompaño de vuelta hasta aquí.- Me miró suplicante.
-No lo sé...
-Me gustaría que fuéramos amigas, claro si está de acuerdo. Además ¿no sería genial distraerse y salir un momento de este lugar? Conocer gente nueva, bailar, ¡animese!
-De acuerdo.- No me pude negar ante tal entusiasmo suyo, casi me contagió esa emoción, además no sonaba nada mal la parte de salir de aquí, al menos por un breve instante.
Con eso en la mente, fuí a mi habitación ha buscar qué sería adecuado usar. Iba caminando y pasé por un corredor. De reojo ví a Kilian lo cual me hizo retroceder.
-Señor Barnett, lo acompañaré al baile.-Fue lo único que dije.
Le hice una cortísima reverencia con la cabeza, él me imitó mientras me miraba algo confundido.Continué mi camino.
Abrí mi armario, tenía algunos atuendos que me gustaban y otros que no tanto. Estaba por rendirme pero finalmente encontré un vestido color vino que creí adecuado.
El día llegó, el baile sería por la noche así que tenía tiempo para arreglarme.
Usé el vestido que elegí.
Al parecer viajaríamos en un elegante carruaje.-Señorita, vine por usted para irnos, el señor Barnett y el señor Osmond ya nos esperan abajo.-Dijo Hanna del otro lado de mi puerta.
-Sí, estoy lista.-Respondí acomodando mi vestido.
Salí y la señorita Hudson me miró haciendo un divertido gesto de asombro.
-Wow, usted sí que es bella, me hace sentir pequeñita a su lado.- Bromeó.
-¡Ay, por favor no diga eso! Usted también luce encantadora y le agradezco mucho el cumplido.
Finalmente bajamos a la sala principal, Kilian fue el primero en notar nuestra presencia, nuestros ojos se encontraron, juraría que había un extraño brillo en su mirada cuando me vio.
Ambas saludamos y les indicamos que estábamos listas para partir.-¿Me permite?- Dijo Kilian mientras me ofrecía su brazo. Me límite a mirarlo y aceptar.
Elían lo imitó con Hanna.Cuando arribamos al lugar de la reunión no lo podía creer, era un lugar con una arquitectura increíble, decir elegante era poco.
Igual que como salimos de la casa del señor Barnett, entramos a ese lugar; Hanna del brazo del joven Elían y yo de Kilian.
En el sitio había mucha gente distinguida y amable.
En cuanto entramos, los chicos que nos acompañaban no pararon de saludar a las personalidades, la señorita Hudson no reconocía más que a unos cuantos a diferencia de mí que me encontraba completamente pérdida.Se nos otorgó una mesa junto a otras personas, tomamos asiento y nos ofrecieron una copa de vino.
Por unos minutos conversamos los cuatro acerca de varias cosas. Elían no me quitaba la mirada de encima más que de vez en vez cuando yo intentaba sorprenderlo en el acto. Estaba moviéndome en mi asiento con inquietud debido a ese hecho. Él parecía muy amable pero aún así me incomodaba.
Me dio la impresión de que el señor Barnett lo notó.
-¿Le gustaría recorrer el lugar?- Habló Kilian en medio de la conversación pero refiriéndose únicamente a mí.
Sé que él y yo no estábamos en tan buenos términos en ese momento pero agradecí infinitamente su intervención en ese instante.
-Sí, por favor.- Confirmé intentando esconder mi prisa por alejarme de allí.
Él volvió a ofrecerme su brazo y lo seguí dejando sola a la otra pareja.
-Si se sentía incómoda sólo debía decírmelo, la habría sacado de ahí mucho antes.-Dijo haciéndome sorprender completamente.
-¿Así que lo notó?- Pregunté mirándolo desconcertada.
-¿Cómo no hacerlo? No paraba de jugar con sus manos y Elían no se preocupaba por ocultarlo.
-Ya veo.-Bajé la mirada mientras seguía caminando a su lado.
-Recuerde que esta noche usted es mi pareja así que me siento en la responsabilidad de hacerle sentir bien, si algo similar sucede le agradecería que me lo dijera.- Mientras pronunciaba esas palabras apareció una sonrisa en su rostro, sin embargo a pesar de ello, sentía que estaba hablando en serio.
-¡Qué amable es usted!-Contesté en tono juguetón.
-¿Se burla de mí?- Sonrió levantando una ceja.
-Jaja para nada.
Debo decir que me pareció lindo su gesto.
-¿Y conmigo se siente cómoda o por qué sonríe así?- Preguntó de repente.
-¿Qué?- No me esperaba en absoluto esa pregunta, volví a ponerme seria.
-Bueno, con Elían se sintió inquieta por lo tanto me pregunto, ¿cómo se siente estando a mi lado?- Volvió a cuestionarme posicionándose frente a mí haciendo detenerme en seco.
-Yo...
ESTÁS LEYENDO
El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...