31. ¿Amor unilateral?

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-No, no me gusta él.- Dije convencida.

Temí que fuera a molestarse porque era muy cercana a Elían, quizá malinterpretaría todo.

Me puse tensa.

-Ya veo.- Respondió inexpresiva.- Pero ¿por qué me mira así, señorita Anica? No me malentienda, sólo lo ví interesado en usted y sentí curiosidad. De verdad lamento la intromisión.- Continuó. Parecía realmente avergonzada.

-¡Oh, no! Está bien.- Dije aliviada.

-¿Creyó que me molestaría por eso?- Me miró sonriendo.

-Sinceramente, sí.

-¡Ay, para nada! Usted es libre de sentir algo o no, nunca debe preocuparle qué piensen otros. Además, me gusta considerarme su amiga.- Volvía a ser la Hanna de siempre.

La abracé.

-Sin duda lo eres.- Luego me alejé de ella.- Hay muchas cosas que me gustaría contarte, pero ya habrá tiempo.- Casi me ruborizo al pensar en "esas cosas."

-Me encantaría escucharla. Aunque tendrá que irnos a visitar a nuestra nueva casa.- Soltó.

-¿Cómo?- Me sorprendí.

-El señor Osmond planea dejar la casa del señor Barnett. Ya le hemos dado demasiadas molestias.- Hizo una pausa.- ¿Lo ve? Por eso no tenemos maletas con nosotros.

-Pero... Voy a extrañarte.- Hablé con melancolía.

-Por favor no se ponga triste, tan sólo estaremos alejados unos minutos de camino. Además pediré permiso para visitarla.- Me sonrió con entusiasmo.

Me daba tanta alegría verla así de optimista, además tenía razón en que podríamos vernos a menudo, ese hecho me hacía sentir mucho mejor.

-De acuerdo. Por favor cuidense ambos.

-Lo haremos. Hoy tan sólo hemos pasado a saludar e informarles, debemos ir a la nueva casa de Elían. Ya vendremos con mucho más tiempo para charlar.- Me guiñó el ojo haciendo alusión a lo que le había mencionado antes.

Después de eso bajamos para incorporarnos a Kilian y Elían. El señor Barnett ya estaba enterado así que nos despedimos de ellos.

De nueva cuenta quedábamos sólo Kilian y yo en el castillo.

Al día siguiente fuimos a la empresa como ya era costumbre.

Yo me dirigía de regreso a la oficina del señor Barnett después de ir a otro departamento, tan sólo tenía que doblar un pasillo para llegar.
Sin embargo ví a Dietrich a la mitad del pasillo y decidí doblar en otro para no toparmelo de frente.

Creí que lo había hecho a tiempo pero él me vio y se apresuró a alcanzarme.

-¿Está huyendo de mí, señorita Wenzel?- Se me acercó aparentemente divertido por la situación.

Ver esa reacción en su rostro me hizo sentirme cansada de tenerle miedo.

-En absoluto.- Lo confronté mirándolo a los ojos a pesar de ser una mentira.

-¡Qué alivio!- Ese hombre era un gran actor.

-¿Qué se le ofrece?- Hablé irritada por la escena.

-Parece que tiene mal carácter hoy. ¿Acaso peleó con mi primo?- Sonrió maliciosamente.

-Se equivoca, mi día iba bastante bien hasta que me encontré con usted.- No pude evitar decirlo.

Evidentemente no esperaba esa respuesta pues, en sus ojos había sorpresa y furia.

Tomó mi mano con violencia.

El Lúgubre Castillo BarnettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora