-Yo... En realidad me abruma estar al lado de alguien como usted señor Barnett, tan distinguido y educado.- Hablé sarcásticamente. Si quería ponerme en jaque esta vez no se lo permitiría.
-Entiendo, es natural.- Logré mi cometido, él me siguió el juego y luego rió.
Continuamos caminando y admirando cada detalle. En la pista, varias parejas bailaban ya, sonaba un elegante vals y así uno tras otro.
Un mesero pasó al lado nuestro, ofreciendo bebidas de distintos tipos, aunque todas con alcohol. Ambos tomamos una.
-Para serle sincera no suelo consumir alcohol.- Mencioné mirando mi copa.
-¿No es de su agrado?- Pareció interesado.
-No en realidad, es decir, lo disfruto de vez en cuando pero prefiero no beberlo.
-¿Y lo hará hoy?
-Bueno, ¿por qué no? Hace mucho que no lo hago.
-En ese caso.- Dijo chocando su copa contra la mía.- Salud.
Seguimos nuestro camino y mientras tanto el señor Barnett me presentaba a varias personas, algunos eran agradables, otros no del todo, sin embargo me sentía muy entusiasmada de conocer gente nueva y con trabajos tan importantes como los que se encontraban allí.
La música continuaba sonando, era relajada, melancólica, refinada; yo estaba encantada con cada nota.
-¿Le gustaría bailar señorita Wenzel?- Escuché la voz de mi acompañante, me hizo volver a la realidad después de perderme en el baile de las parejas en la pista.
-¿De verdad? Me gustaría mucho.-Debí parecer una niña entusiasmada.
Tomada de la mano de Kilian me dirigí al centro del salón.
Él sostuvo mi mano derecha con la suya, con la otra acercó mi cintura a su cuerpo, esa acción casi me desconcentra, no perdí la calma y puse mi otra mano sobre su hombro.Él lucía tan distinguido y seguro de sí mismo, estaba lleno de gracia en cada movimiento, pude oler su aroma, era realmente agradable.
-No deja de robar miradas esta noche, señorita, ¿debería sentirme celoso por ese hecho? Después de todo usted a quien acompaña es a mí.-Comenzó a hablar y yo no daba crédito de lo que escuchaba.
-¡Pero qué dice!- Estuve a punto de sonrojarme.- ¿A qué debo tanta galantería?-Pregunté sinceramente confundida, él solía ser distante y en ocasiones incluso grosero, así que no entendía por dónde iba.
-No, a nada en especial. Es sólo que sería una grosería no hacer mención de lo deslumbrante que está usted hoy.
-No sé qué decir... Muchas gracias, señor Barnett.-Sonreí.
De nuevo hubo silencio, no fue para nada incómodo, sin embargo en ese tiempo fuí capaz de recordar todo lo que había vivido desde mi llegada al castillo.
Recordé lo frívolo que era el hombre al que conocí, cómo llegaba a infringir miedo en mi persona e incluso lo que hizo conmigo en su habitación aquella terrible noche, vino a mi memoria también la frase que fue capaz de pronunciar... "Soy un vampiro".
"¿Qué rayos hago aquí, bailando con este hombre?" Fue lo único que pasó por mi mente. "Debo haber enloquecido." Me dije.
Por un momento mis pensamientos se dividieron; por un lado llegando a la conclusión de que mi integridad corría peligro, que debía huir. Y por otra parte algo me decía que él sería incapaz de lastimarme y que, quizá, en realidad era una buena persona, pero necesitaba permitirme saber más sobre él.
Sin que fuera muy evidente puse una distancia entre ambos.Me empecé a sentir mareada, sin duda me había excedido con el vino, no consumí demasiado pero sí lo suficiente para desestabilizar a alguien que no suele beber como yo.
Puse mi mano en mi cabeza y cerré los ojos unos segundos para intentar evadir el mareo. Kilian detuvo sus pasos.
-¿Se encuentra bien?- Se preocupó y me sostuvo con más firmeza para evitar que cayera en caso de empeorar.
-No del todo, ¿le molesta si paramos un momento?-Pregunté sosteniéndome de su brazo.
-Está bien no se preocupe, acompáñeme.- Me dirigió a un precioso balcón un poco alejado del bullicio.
-Lamento ser problemática.-De verdad estaba apenada con él.
-No diga cosas innecesarias, no tiene por qué disculparse.
Posé mis manos sobre la barda del balcón y miré hacía abajo. El aire era tan reconfortante, comencé a sentirme mejor aunque un poco fuera de mí aún.
-¿Se siente mejor o debería buscar ayuda?-Hablaba en serio.
-No, estoy mejor ahora, muchas gracias.
-Me alegro entonces.
Me giré haciendo que mi cuerpo quedara apoyado en el borde del balcón y quedando de frente a la enorme puerta que nos había conducido hasta allí, el señor Barnett hizo lo mismo y quedamos lado a lado.
-¿Le preocupó que tuviera que sacarme cargando de aquí?- Bromeé para intentar que recuperara la calma, parecía alterado en serio. Parece que mi plan funcionó, él suspiró y su semblante lucía más relajado.
-Digamos que sí, aunque en realidad temía más que la fiesta acabara tan pronto, estaba divirtiéndome.- Volvió a sonreír.
-Bien, entonces ya puede estar tranquilo, puede ir a seguir bailando. ¿Por qué no va con esa chica de allí?- Dije simulando que veía a alguien siendo que desde ese sitio nadie estaba a la vista.
Kilian se paró imponentemente frente a mí, no entendí a qué se debió su impredecible acción.
Apoyé mis manos en el borde del cemento en el que mantenía mi cuerpo. Contrario a lo que habría hecho de no estar tan confundida por el alcohol, me quedé ahí sin perder la calma.
-Me agrada cuando es así de natural. ¿Sabe? No estaba bromeando cuando dije que lucía deslumbrante.- Confesó mirándome a los ojos y manteniendo una sonrisa pícara.
No hice otra cosa que mantenerme seria mirándolo.
Se acercó más a mí, la distancia era casi nula entre ambos. Presioné mi espalda más a la barda.-¿No me dice nada? De acuerdo, también me gusta esa dualidad.- Mientras pronunciaba esas palabras retiró un mechón de mi cabello que caía sobre mi hombro derecho. De nuevo apareció ese brillo en sus ojos, ese extraño brillo que ya había visto antes.
Con mucha delicadeza puso una de sus manos sobre la parte de la tela de mi vestido que cubría mi hombro, el mismo del que quitó mi cabello antes.
Comenzó a bajar la tela con cuidado como esperando mi reacción. Al mismo tiempo pronunciaba frases que fuí incapaz de escuchar, parecía estar viendo la escena fuera de mí misma, ¿qué me pasaba? Pensaba.
Aunque la verdadera pregunta era, ¿qué haría Kilian conmigo?...
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El Lúgubre Castillo Barnett
Romance•Año: 1850. Anica Wenzel es una chica que ha tenido una vida llena de desgracias y éstas parecen no acabar. Al nacer, sus padres la abandonaron en un orfanato donde, más tarde, fue adoptada a los 9 años por una adinerada familia. Para su desgracia...