Las mañanas nunca atraen nada bueno, pues significa madrugar, estresarse a primera hora de la mañana, y abandonar tu hogar y dulces sábanas. Y es aun peor cuando se trata del primer día de la semana, Lunes.
Pues como cada Lunes, toca la rutina despu...
Problemillas con las leyes. --------------------------------------------------- ---------------------------------------------
Con el pasar de los días desde el incidente al laboratorio y la detención de los equipos y el rescate de los niños.
La pequeña había caído de forma gradual en una tristeza profunda, pero a pesar de todo había aprendido el mal hábito de su hermano de sonreír ante la desgracia y reírse de sí misma por estar así.
Ante las mismas expresiones que mostraba la pequeña a lo largo del día, ambos adultos no supieron en que momento pero, algo en ellos los mataba de forma lenta y dando de advertencia pinchazos por aquí y por allá.
Vigilando desde el final del pasillo como la pequeña parecía tener su vista clavada en el techo mientras estaba sentada en el suelo, reflexionando sobre lo sucedido y el que pasaría de ahora en adelante.
Acercándose hasta quedar justo detrás de ella, Dazai se arrodilló y tocó su hombro unas pocas veces, solo para recibir la mirada casi perdida y triste de la niña. —¿Rose-chan, vamos a darnos un baño? — preguntó el castaño de la forma más suave posible.
La pequeña asintió en respuesta y se levantó del suelo para ir a por ropa de cambio para una vez fuera, vestirse.
El castaño volvió con su pareja y empezó a hablar en un tono bajo a medida que veía la sombra de la niña moverse por la habitación.
—¿Crees qué estará bien solo una ducha? — preguntó en susurros el pelirrojo viendo también como la silueta de la niña se movía continuamente por su habitación.
—No lo sé, pero si consigo que se relaje un poco será un punto más para la victoria. — dijo Dazai.
Apareciendo por el pasillo con la ropa en manos, la pequeña se paró en frente de ambos. —¿Puedo pasar? — preguntó la niña dirigiendo su vista a la puerta detrás de ellos.
Dándose cuenta de que obstruian el camino, ambos adultos se apartaron para dejar paso a la menor.
—Rose, ¿quieres qué me bañe con vosotros? — preguntó Chuuya desde la puerta del baño.
La menor se giró para verlo y más tarde para ver el suelo, de espaldas a él, la niña asintió en respuesta.
—Bien, espera un momento y ahora volvemos con los cambios de ropa. — dijo, Dazai siguiendo la corriente al pelirrojo.
Rose solo se limitó a asentir en respuesta.
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Con todos dentro del ofuro, el castaño disfrutaba con una toalla en la cabeza del agua calentita de la bañera, mientras que el pelirrojo quitaba con el agua caliente los restos de jabón de la niña.
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