Capítulo 42.

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Capítulo 42.
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Las charlas que pueden desembocar en terrores.

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Con la luz de vuelta a su visión, Dazai se encontró con una habitación cerrada y plasmada en paneles blancos como los de un quirófano.

Llamándole la atención su entorno, las paredes blanca mostraban los impolutos que se encontraban los azulejos de medio metro que allí había colocados firmemente en las paredes, suelos y techos.
Las luces parecían provenir de pequeños leds que alumbraban todo de blanco entre las aristas del cubo donde se encontraba.

Por más vueltas que diese, no había nada allí. Por un momento pensó en que había muerto, pero lo último que recordó fue la expresión horrorizada de Chuuya y el portazo que pegó al salir de la sala médica.

El sonido fuerte de una alarma lo sacó de sus pensamientos, llevándolo a ver algunas placas que se desplazaban al interior de la pared y dejaban paso a unas más resistentes de metal o cemento que cargaban con unos pequeños pero afilados arpones que a primera vista ya intimidaban bastante.

Una bocina dio señal para que todos esos arpones se disparasen de forma casi sincronizada, sin apuntarle a él, sino a algo que le daba la espalda y que había logrado rozarle la mejilla con la cadena de una de las armas.

Girándose sobre sus talones, el castaño miró horrorizado como delante suya se encontraba, una niña de cabellos blanquecinos escupiendo y vomitando a cantidades indefinidas, decilitros de sangre por minuto a causa de los arpones que se habían clavado en su piel.

Las manos de la chica estaban alzadas y retenidas por grilletes que se dirigían a las paredes blancas que se habían manchado de un rojo poco intenso a causa de las gotas que habían salpicado por las colisiones de los arpones. Un manto de cabello blanco adornaba su cabeza y casi cara, pues un largo mechón blanco bajaba por su rostro, ocultando su nariz y boca que podría jurar estaban tornados en unos gestos de maldición mientras cogía aire de todo lo expulsado. Sus ojos violáceos miraban el suelo con lágrimas en ellos al sentir en dolor en sus costales o piernas. Vestía una camisa blanca que acababa de ser manchada de rojo casi por completo. Sus muslos recogidos debajo de su torso, dejaban mostrar unas vendas parecidas a las suyas, y por último pero no menos importante, la sangre que chorreaba de los arpones parecía que no se detendría, mostrando al final en el impecable suelo, una inmensa mancha de sangre liquida que asustaría a más de uno o le haría preguntar si aquello era posible.

Acercándose a paso lento hasta la pequeña figura desgastada que tenía a unos metros, Dazai escuchó un murmullo con claridad que decía "Los mataré." a sangre fría y sin ningún sentimientos, en la lengua natal de la castaña que cuidaba.

Arrodillado en el suelo, la mano vendada que tenía se fue acercando hasta el hombro de la menor, el cual a casi un roce de sus dedos, fue retirado de su alcance mientras veía como las cadenas que ataban a la niña se rompían y ésta mostraba lo que parecían ser orejas y dos extremidades extras con una forma muy parecida a tijeretas.

Observando como las orejas de la niña se curvaban hacia atrás como las de un animal furioso, Dazai no se movió ni inmutó, pues estaba aún más sorprendido de ver como la niña delante suya sacaba cada vez más, metros y metros de aquellos dos insectos de detrás de su espalda.

Es Realmente Buena Idea [Bungou Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora