Capítulo 8.

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Capítulo 8.
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Descubramos nuestros Secretos e Intentemos Asesinar a nuestros Enemigos.
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Los minutos pasaron, y mientras que la pareja que había estado llorando, ahora se calmaba; otros se habían puesto a hacer otras cosas en la casa; como por ejemplo hacer la cena, o hacerle orejas de gato con el shampoo a la menor.

—¿Ya terminaron? — preguntó el azabache al ver como aquellos dos volvían a la sala de estar.

—Sí... — decía Chuuya aún con desgana en el tono y con algún pequeño sollozo.

—¿Y Dazai-san? — preguntó Atsushi al darse cuenta de que no estaba por allí.

—Callate y muere.

—...

—¿Y el vagabundo? — preguntó el pelirrojo esta vez.

—Bañando a Rose-san.

—¿Y tú? — preguntó el pelirrojo recuperándose de nuevo.

—Esperando a que el arroz se haga del todo. — aclaraba el azabache.

—Ah~/Ah~. — expresaron ambos chicos desde el umbral de la puerta.

Por otro lado estaba el dúo castaño, listo para salir del cuarto de baño. Pero no sin antes hacer unas cuantas cosas, como por ejemplo vendar o desinfectar algunos cortes o pinchazos que se encontró el castaño, y ayudar a Rose a vestirse.

—Ya está. — decía el castaño, logrando que la menor se relajara al dejar de sentir el desinfectante sobre sus heridas. —Rose-chan, ¿cómo te hiciste estas heridas? — preguntó Dazai, aunque ya insinuara la respuesta.

—E-Ellos, me... Pinchar-Pincha... Ban? Y yo no podía hacer nada o me pega..ban. — esos fallos a muchos les parecía adorables, pero para ella misma la molestaban hasta la saciedad.

—No tienes que forzarte a hablar rápido. Si te sientes cómoda, puedes ir mezclando el ruso con el japonés. — aportaba el castaño mientras empezaba a pasar la primera venda por sus brazos. La pequeña asintió al entender lo que le decía el castaño. —Bien, ¿y puedes decirme como te pegaban?

—M-Me tiraban a unos perros, me pegaban con un la-latigo? Me golpeaban, o me cortaban con cuchillos o cristales; también llegaban a quemarme con un palo caliente, o me echaban algo extraño de color blanco y espeso? — lo último hizo que Dazai se frenara unos instantes de seguir vendando. Algo le decía que sabía que era esa cosa extraña que la echaban, pero prefería asegurarse.

—¿De dónde salía la cosa blanca, Rose-chan? — preguntó Dazai con una sonrisa a la menor.
La pequeña señaló a donde estaba la entrepierna de Dazai, haciendo que al castaño le subiera la sangre de rabia y cólera hasta la punta de las orejas. —Vale. Ahora necesito que me des tus pies. — decía Dazai, pues si que es cierto que había visto unos cuántos rasguños ahí, pero en ningún momento logro divisar lo que ahora veía. —¿Rose-chan, apagaban cigarrillos encendidos en tus pies? — preguntó Dazai mientras pasaba algún que otro dedo por el puente o talón del pie ajeno. La pequeña no entendía muy bien que había dicho, pero insinuó que podía ser y asintió. —Ya veo. Ahora vuelvo con la ropa de cambio, tú queda te aquí. — pedía el castaño, levantándose y saliendo de la habitación sin dejar su sonrisa de lado. Fue cuando cerró la puerta que notó como todo su rostro se tornaba serio; y a paso rápido se dirigió hacía el salón, ignorando los saludos del albino o las quejas del pelirrojo, ahora mismo necesitaba una sola cosa, alcohol, cerillas y un cuchillo. Una vez salió de la cocina con ello, tanto el albino como el pelirrojo lo detuvieron al instante, mientras que el azabache se colocaba en la puerta.

Es Realmente Buena Idea [Bungou Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora