Capítulo 2.

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Capítulo 2.

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Juguemos a quién es más rápido en conocer al contrario.
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La tarde se cernía por el horizonte, mostrando un manto de hermosos colores que parecían descansar en armonía sobre el cielo de Yokohama.

Junto a ella se dormía la pequeña, quien aunque no hizo gran cosa en el día de hoy, si parecía que estaba agotada.
El castaño al verla cerrar y bajar de vez en cuando la cabeza en signo de sueño, despegó la vista del libro en el que estaba metido, para ir a donde la pequeña, la cual había caído en los dulces y suaves brazos de morfeo.

El de cabellos y ojos avellanas se acercó a la pequeña, dejándole en claro que ésta había caído rendida ante el dios de uno de los placeres humanos.

Sacando su móvil, encontró la hora nada más encenderlo, viendo y sorprendiéndose de que fueses casi las nueve de la noche. Mori tendría que estar ya aquí para recoger a la pequeña; o eso pensaba el castaño, pero conociendo a su padre, seguramente seguiría trabajando.
Desbloqueando la pantalla inicial se dirigió a su agenda de contactos, para empezar a buscar a cierto contacto que ni él sabia porque lo seguía teniendo.

*Llamando a Sr. Pedófilo. *

...

*El número al cual llama esta fuera de cobertura o apagado, por favor deje su mensaje después del pitido.*

—Maldito hijo de... — murmuraba Dazai intentando hablar en voz baja, no quería que la pequeña despertase. —Al final consigue siempre lo que quiere, el muy bastardo. — el enfado de Dazai volvía a aparecer; a pesar de haberse calmado, eso no significaba que la pequeña fogata no fuera capaz de convertirse en un incendio.

Cargándola, el castaño se dio cuenta de que su peso era nulo, a pesar de que a su edad y apariencia debería de pesar más.
Con aquello en la mente, no pudo evitar el pasar su mano por el estomago de la pequeña y darse cuenta de como se la notaban las costillas a la pobre.

—Ese desgraciado no te ha alimentado como corresponde ¿verdad? — hablaba Dazai, quien a pesar de que parecía que la pregunta iba dirigida hacia la pequeña, iba más bien al aire. —Tendré que pasar por el supermercado para comprar algo para la cena. — se decía hacia él mismo, si bien tenía comida suficiente para dos en su nevera y despensa; no eran cosas muy apropiadas para una niña pequeña la cual no tenía casi grasa corporal o músculos.

La pequeña cerraba y abría los ojos aun en el mundo de morfeo, dónde no pudo evitar soñar...

El mayor al darse cuenta de eso, se acordó que una de las cosas que dormían a Q cuando era pequeño eran que lo mecieran como si se tratara de un niño pequeño.
Poco a poco, ejercía la labor, hasta que notó como la respiración de la pequeña se calmaba y dejaba de entreabrir los ojos buscando claridad en el ambiente.

Una vez que la pequeña había caído por completo, el castaño se dirigió hacia la mesa del albino, quien a esas horas estaba trabajando en lo que parecía ser una búsqueda bastante aburrida; pues su expresión de aburrimiento y su largo bostezo indicaban; uno que era aburrido y dos que estaba cansado.

Es Realmente Buena Idea [Bungou Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora