Capítulo 35.

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Capítulo 35.
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Charlas Tranquilas que te Dejan Intranquilo.

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La noche ya estaba en su punto álgido y los adultos que habían venido, se habían ido ya a su respectiva casa; así que los únicos ya que allí quedaban eran ambas niñas y ambos adultos que se quedaron en el salón algo inquietos por el repentino bajón que había tenido la niña de cabellos castaños una vez su tutora se fue por trabajo.

Las niñas estaban durmiendo juntas, en la habitación de la castaña; Chuuya había preparado un segundo peluche para la más pequeña con cojines y mantas que tenía el castaño por la casa y que no utilizaba, creando así un perrito de color marrón que le sirvió a la niña para dormir junto a su hermana.

En el salón, Chuuya no solo intentaba distraerse con la costura que tenía entre manos para arreglar algunas prendas que la niña había roto o estaban con alguna imperfección; no, sino que también luchaba por no querer ir a ver que ambas estuvieran a bien.

Dazai por otra parte solo se había cambiado de ropa y pegado una ducha caliente, así que su pelo aún permanecía húmedo y no eran horas de utilizar un secador, así que se sentó en el sofá y empezó a leer algún libro que ya se había leído y que tenía por las estanterías de la sala.

—Momia. Deberías pedir que Mori-san te ponga protección. — dijo Chuuya.

—Me niego. No han vuelto a atacar, eso significa que saben que da igual que hombres envíen, todos van a acabar iguales a los anteriores, así que no atacarán. Es inútil pedirle a Mori-san o al Presidente que ponga guardias en la puerta de mi casa las 24 horas del día. — frío y cortante, así respondió Dazai ante la propuesta del pelirrojo.

Viendo que sus palabras no serían escuchadas, Chuuya soltó un suspiro largo y tendido. Dejó caer sus manos con aguja y alfiler sobre sus piernas a modo de cansancio.

Escuchando el suspiro largo que había dado su compañero, Dazai desvío su mirada del libro que portaba entre sus manos.
Al ver como los ojos de Chuuya se cerraban poco a poco por el cansancio, le dieron ganas de cerrarlos él muy mismo con sus propias manos. La cabeza le parecía pesar por el sueño, así que era gracioso ver como despertaba y zarandeaba su cabellera pelirroja para poco después volver a caer casi hasta tocar su clavícula con la barbilla.
Fue ahí que Dazai recordó uno de los tantos mensaje de su amigo.

Levantándose del sofá, Dazai se fue detrás del sillón y colocó sus dos manos sobre los hombros del pelirrojo y empezó a apretarlos y aflojarlos dando pequeños círculos en torno a sus hombros y clavícula.

La tentación de dormirse allí mismo era bastante más fuerte que la de responder, pero al sentir el miedo a caer por ese gesto, Chuuya se levantó rápido del sillón para girarse a ver al castaño, el cuál levantó sus dos manos en señal de inocencia. —¿Qué haces?

—Darte un masaje. — respondió cariñoso el castaño al ver como el pelirrojo lo veía de forma fría.

—¿Para qué harías eso?

—Para que te relajaras. — no tenía malas intenciones, lo juraba, lo único que quería era mimar un poco al pelirrojo.

—¿Y para que quieres eso?

Es Realmente Buena Idea [Bungou Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora