Capítulo 8

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Las dos amigas continuaron hablando de feminismo, libros y música durante horas acompañadas de un palto de galletas. Sohyun había comido al llegar a casa, pero Yujin tras la quedada esporádica con Doyoung en el café no había vuelto a su casa para hacerse la comida y aunque Sohyun le ofreció algo de pasta que había sobrado, prefirió mil veces el plato de galletas caseras.

Sonó el timbre y Sohyun se levanto para abrir la puerta. No esperaba visita a esas horas, y aunque utilizara su casa como sitio de consultas esotéricas, no abría los martes, y mucho menos a esa hora.

—¿Jaehyun? —Estaba confusa al ver al chico parado tras la puerta, pero recordó que Yujin le había dicho que vendría.

—Hola noona, ¿puedo pasar? —Sohyun suspiró y se hizo a un lado. Jaehyun entró cargando dos bolsas deportivas llenas y las dejó al lado del sofá mientras saludaba de nuevo a Yujin. —¡Hola otra vez!

—¡Jaehyun! ¡Pensé que ya no vendrías! —Su conversación se vio interrumpida por una llamada entrante al teléfono de Sohyun.

—Ugh, genial. Es por consulta. —Miró como en la pantalla de su móvil indicaba que la llamada era dirigida a su segundo número de teléfono. —Disculpadme un momento, no tardo nada. Jaehyun luego hablamos.

Tomó su teléfono y descolgó una vez hubo cerrado la puerta de su dormitorio.

——Deja que mi sabiduría te guíe, buscador de respuestas, pues noto en ti una energía negativa. ¿Qué te ha sucedido hoy? —El tono de voz de Sohyun se volvió oscuro, en parte, por la modulación de voz para mantener su identidad en secreto, aunque eso también afectaba a como oía ella al cliente al otro lado de la llamada.

—¡Ya se que pensarás que soy un pesado, qué por qué sigo llamándote y todo eso! —Sohyun se golpeó en la frente. Era el mismo chico que la había llamado otras veces.

—En absoluto más, ¿qué puedo hacer por ti hoy?

—¡He conocido a alguien! —Sohyun levantó una ceja. ¿Qué mas le daba a quien conocía o dejase de conocer?

—O... ¿Una mujer? —Intuyó. Estaba hablando con un hombre que le llamaba cada tarde, asumía que estaba solo y era heterosexual, por el tono de voz algo entusiasmado del chico, era fácil deducir que había conocido a una chica.

—¡Sí! ¡Vaya, eres buena! ¿Cómo lo has sabido? —Y de nuevo, la palma de la mano de Sohyun dio contra su frente.

—Magia del oráculo de Apolo, ¿acaso esperabais menos? —Lo único bueno de que se alargase la llamada de teléfono era que ella ganaba más dinero para pagar el alquiler.

—Bueno, la cosa es que esta chica es... ¡un sol! —Contó entretenido. —Y como las cosas con la otra de la sacerdotisa van mal...

—¿Van mal? —Interrumpió Sohyun. Aquello se ponía interesante. —¿No seguisteis el consejo? Tú tienes el poder de guiar el futuro de vuestra relación y os advertí. Ella es poderosa. —Y no mentía con aquello. —Si confiáis en la intuición y sabiduría de Delfos, ¿por qué no calibrar esta relación?

—¡Porque no me interesa esta relación! —El cliente continuó hablando y Sohyun abrió uno de los cajones de su armario de bruja para sacar su maza de cartas de tarot y comenzó a barajarlas mientras escuchaba al chico. —Lo que me interesa es las nuevas amistades.

—¿No eras un escéptico que cuestionaba mis dotes? —Se burló la chica. Él suspiró y mientras Sohyun barajaba una carta saltó del mazo. La levantó ignorando lo que decía el cliente y abrió la boca ligeramente sorprendida. —Uh... No te va a ser fácil deshacerte de esa chica.

—¿La que acabo de conocer? —Se escuchó entusiasmado. Sohyun negó a pesar de que no le estuviese viendo.

—Error. Aquella con la que dices llevarte mal.

—¡Oh vamos! ¿Me estás jodiendo?

—Mientras preparaba las cartas, la misma carta de la sacerdotisa saltó de la baraja. No es coincidencia, y lo sabéis.

—¡No puede ser! ¡Rotundamente no! ¡Un puñado de cartas no puede decirme qué va a pasar! —Protestó.

—Las cartas solo son el medio de comunicación, ya está escrito que vas a pasar mucho tiempo con esa chica. —Explicó. —No puedo decirte qué será de tus amistades, pero puedo advertirte de que esta conlleva peligro y si deseas prevenir tu sufrimiento y el suyo, debes andarte con cuidado.

—¡Menudas estupideces! ¿De verdad, qué sacas timando a la gente con lo que dices? ¡Seguro que no tienes ni las cartas encima! —Sohyun sonrió mirando con detenimiento la carta de la sacerdotisa. Menudo palurdo aquel que llamaba.

—Si tanto negáis la magia, ven el viernes a la dirección del folleto. De 9 a 12 podéis pasar y disfrutar de una consulta.

—¡Ni hablar! ¡Que despilfarre de dinero! —Espetó.

—¿Y para qué llamáis si consideráis que no respondo a vuestras preguntas? ¿Acaso es errónea la premonición que dicta que tu relación con la chica de poder es como describo? —La línea se mantuvo en silencio un rato. —Si no buscáis más preguntas, lo mejor será que no consultéis más.

Y llevándole la contraria a sus políticas, fue ella la que colgó y no el cliente. Si no le gusta oír o que tenía que decir podía darse el piro.

Volvió a sonar su teléfono y antes de salir de la habitación lo descolgó molesta.

Sin cuestiones para el oráculo, no insistáis en profecías. —Sonó más dura que como solía sonar normalmente, dándole ese tono más misterioso a sus palabras.

—¿Profecías? ¿Qué dices Sohyunie? —La chica se cubrió la boca con las manos. No era una llamada destinada para su número de trabajo, era una llamada en su número personal. Al menos agradeció escuchar una voz conocida.

—¡Haseul! ¡Era la televisión de fondo! —Mintió. —¿Pasa algo? —Guardo a prisa sus cartas y demás y salió al salón.

—¡Que va! ¡Jennie y yo hemos pensado que a lo mejor te apetecía quedar! ¿Estás libre?

—Lo siento... Estoy con mi hermanastro y más tarde tengo una clase. —Se excuso. Le hubiera encantado pasar más tiempo con aquellas chicas.

—¡Oh, no te preocupes! ¡Otro día te aviso para quedar!

—¡Gracias, nos vemos mañana! —Se despidió de la chica y tras colgar dejó su teléfono en un mueble alejado de los sillones a donde se dirigía para hablar con Jaehyun y Yujin.

—¿Por qué siempre dices hermanastro? Hemos pasado casi toda la vida juntos, suena como... si fuera despectivo. —Dijo Jaehyun. —Yo te presento como mi hermana.

—Me es igual como me presentes Jaehyun. Eres mi hermanastro, punto. —La madre de Sohyun se había casado con el padre de Jaehyun hacía varios años y la peliazul y el chico castaño llevaban viviendo juntos en la misma casa desde que tenían siete años.

Nunca le había hecho especial gracia Jaehyun, siempre era distante con él y comenzó a serlo más cuando empezó a darse cuenta de cómo jugaba con las mujeres. Les prometía oro y cuando las chicas se habían enamorado de él, Jaehyun se aburria y cambiaba de novia.

No le había visto estar con la misma chica más de tres semanas, y por muchos toques de atención que diera, Jaehyun no parecía cambiar su actitud en absoluto.

—Ahora dime, ¿para qué mierda has venido? —Preguntó seria. —Tengo que irme a trabajar a las cinco así que date prisa.

—Qué malas pulgas tienen algunas... —Murmuró. —Y no te preocupes, yo he quedado con Taeyong y Yuta luego, no te haré perder mucho tiempo.

—Ew, no digas el nombre de ese simio en mi casa, y menos delante de Yujin ¿es que no tienes talento? —Jaehyun miró a la amiga de su hermana y se disculpó con la mirada. —No entiendo cómo seguís juntándoos con ese... sapo. —La mueca asqueada de Sohyun hizo reír a Jaehyun.

—La cosa Sohyun es que... Vengo a dejar mis cosas.

—¿"Tus" cosas? —Preguntó con un notorio tono de molestia.

—Sí hermanita. Papá me ha echado de casa.

Hard for me |Kim Doyoung; NCT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora