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El fin de semana pasó rápidamente para todos los alumnos, menos para Sasuke, para él fue demasiado lento.

Ansiaba que la semana empezara para poder descansar de los abusos de su padre.

El lunes llegó y Sasuke, como siempre, se levantó temprano y preparo el desayuno.

Luego de desayunar, se fue a bañar.
Aún no se cerraban completamente las heridas de su espalda, pero no significaban mucha molestia para Sasuke siempre y cuando fuera cuidadoso con ellas; ya se había acostumbrado a ese tipo de cosas.

Una vez cambiado, se dispuso a salir con su mochila de la casa, pero antes de abrir la puerta la voz de su padre sonó a sus espaldas.

-. Espero que hoy llegues temprano, quiero que cuando llegue la comida ya esté hecha.

Sasuke asintió antes de salir.

-. Nos vemos en la tarde padre.- cerró la puerta y empezó a caminar hacia la secundaria.

El camino a la escuela fué igual que todos los días, sus audífonos a gran volumen y la tranquilidad lo envolvió después de tanta tensión y miedo en su ser, por fin podía sentirse tranquilo sin temor a ser golpeado.

Cuando llegó al salón fue directamente a su asiento; trató de no recargarse para no lastimar su espalda.

Si bien ya habían pasado unos días, el dolor no disminuía, pues toda su espalda estaba llena de moretones, unos más feos que otros, lo que hacía que cada toque en ella mandara ondas de dolor por toda su columna. Y aunque estaba acostumbrado a ese tipo de dolor, eso no significaba que disminuyera.

Se recostó en el pupitre, no había descansado bien y todo el dolor en su cuerpo no era de ayuda.

Estaba quedándose dormido cuando sintió que alguien golpeó su espalda.

No fue un golpe demasiado fuerte, pero tampoco suave.

Se enderezó con rapidez y fulminó con la mirada al responsable.

-. Llevo hablándote más de cinco minutos.- reprochó Naruto cruzando sus brazos -. Fue la única forma de llamar tu atención.

Sasuke relajó un poco su semblante y suspiró.

-. Ey no te enojes, tampoco es como si te hubiera pegado tan fuerte.

Sasuke hizo una pequeña mueca.

Era verdad, pero los golpes de su espalda hacían que cualquier contacto se sintiera doloroso.

-. No estoy enojado idiota, solo me tomaste por sorpresa.- desvió la mirada y se quitó los audífonos.

-. En verdad me sorprende que aún funcionen tus oídos.

Sasuke rodó los ojos.

-. Sí, sí, mejor ve a tu asiento, el maestro no tarda en llegar.

Y así fue, luego de unos minutos el maestro entró y las clases comenzaron.

Y así fue, luego de unos minutos el maestro entró y las clases comenzaron

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