Nadie sabía lo roto que estaba por dentro.
Ni siquiera las personas más cercanas a él sabían lo destrozado que estaba.
Ni las personas que decían amarlo lograron notar el dolor que llenaba su corazón.
Un dolor que debería ser amor.
Un dolor que siem...
Sasuke despertó unas horas después, el dolor recorrió todo su cuerpo al instante y decidió quedarse como estaba un poco más.
Luego de unos minutos, comenzó a levantarse con mucho esfuerzo; sus manos temblaron ante la debilidad que sentía y su espalda junto a sus glúteos ardieron de una forma intensa. Mordió su labio inferior, reteniendo cualquier queja que quisiera salir de ellos, esforzándose por no derramar las lágrimas que se acumularon con rapidez en sus ojos.
Después de lo que le pareció una eternidad, logró levantarse por completo de la cama y se dirigió al baño. Los temblores recorrían su cuerpo de vez en cuando y se tuvo que detener un par de veces en el camino para evitar caer al suelo.
Al estar dentro del baño se dirigió a la parte de la ducha y se metió en el compartimento que era dividido por unas puertas de cristal. Abrió la llave del agua caliente y segundos después se metió bajo la cascada artificial de agua.
El agua al principio salió cálida, pero conforme pasaban los minutos se volvía más caliente, pues no se tomó el tiempo de regularla con el agua fría para que se mantuviera cálida. El vapor envolvió completamente el baño y a pesar del ardor en su piel no se movió, se quedó de pie bajo el agua.
Su mente estaba perdida, divagando, tratando de llevarlo lejos de los recuerdos, lejos de los golpes fantasmas que aún sentía por su cuerpo y lejos del dolor que sentía su pobre corazón.
El agua que caía en las baldosas se tornaba cada vez más rojiza, el agua caliente lograba ablandar la sangre que se había secado en su espalda y glúteos, arrastrandola junto a ella hasta limpiar completamente el cuerpo en el que caía. Aunque algunas heridas aún sangraban un poco.
Después de largos minutos bajo la ducha, Sasuke finalmente cerró la llave del agua y salió. El vapor mantenía caliente el baño por lo que su cuerpo se sintió relajado, la tensión se había ido de él y el dolor había disminuido.
Aunque ahora su piel blanquecina se veía un poco rojiza e irritada por el agua tan caliente que había estado cayendo en ella los últimos treinta minutos.
De forma automática agarró la toalla y secó su cuerpo. Al terminar su tarea, salió del baño y se dirigió de vuelta a su cama. Se recostó boca abajo y cerró los ojos, dejando que su mente se mantuviera lejana a todo lo que sentía su cuerpo.
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Las heridas en su cuerpo sanaban lentamente, las más feas estaban comenzando a cicatrizar y los moretones seguían presentes y coloridos debido a los golpes ocasionales que su padre solía darle.
El reflejo de su rostro en el espejo estaba demacrado, pero las heridas abiertas se cerraban con rapidez, cosa que le tranquilizaba un poco, pues no tendría que preocuparse mucho porque alguien las viera cuando regresará a clases. Solo necesitaría un poco de maquillaje para poder cubrirlas por completo.