72. Atacado por la espalda

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Después de que Dylan y Harry hayan hablado con la Dama de Gris, ambos corrían por todo el castillo, buscando a Ron y Hermione, sin éxito.

La batalla ya había comenzado. Ya había algunos cuantos destrozos por donde pasaran, y tenían que cuidar de no tropezar con trozos de paredes o estatuas que estaban en el camino.

Doblaron en una esquina y casi se caen de la impresión cuando vieron a Ron y Hermione frente a ellos, ambos con los brazos llenos de grandes objetos curvados, sucios y amarillos, y Ron con una escoba bajo el brazo.

-¿Dónde demonios han estado? -gritó Harry, jadeando después de haber estado corriendo.

-La Cámara de los Secretos -dijo Ron.

-¿Qué? -inquirió Dylan, tratando de recuperar el aire.

-¡Fue Ron, todo idea de Ron! -dijo Hermione sin aliento-. ¿No fue absolutamente brillante? Ahí estábamos, después de irnos, y le dije a Ron que aunque encontrásemos otro, ¿cómo nos íbamos a deshacer de él? ¡Todavía no nos habíamos ocupado de la copa! ¡Y entonces se acordó de él! ¡En el basilisco!

-¿Qué dem...?

-Algo para terminar con los Horrocruxes -dijo Ron simplemente.

-¿Cómo demonios entraron ahí? -inquirió Dylan, pasmado- ¿no se necesita hablar pársel?

-¡Lo hizo! -susurró Hermione-. ¡Enséñaselo, Ron!

Ron hizo un horrible y estrangulado sonido siseante. Harry alzó las cejas, impresionado.

-¡Estuvo increíble! -dijo Hermione-. ¡Increíble!

-Entonces... -Harry estaba luchando para seguir el hilo de la historia-. Entonces...

-Entonces ya queda un Horrocrux menos -dijo Ron, y sacó los restos destrozados de la copa de Hufflepuff de debajo de su chaqueta-. Hermione le clavó el colmillo. Me pareció que debía ser ella. Todavía no había tenido el placer.

-¡Qué genio! -gritó Harry. Dylan asintió, muy sorprendido.

-No fue nada -dijo Ron, aunque parecía encantado consigo mismo-. Así que, ¿qué novedades tienes?

Al decirlo, hubo una explosión por encima de sus cabezas. Los cuatro miraron hacia arriba mientras caía
polvo del techo y se escuchaba un grito lejano.

-Sabemos dónde está la diadema -comenzó Dylan.

-La escondió exactamente donde yo tenía mi viejo libro de Pociones, donde todo el mundo lleva siglos escondiendo cosas. Creyó que era el único que lo había encontrado. Vamos.

Mientras las paredes temblaban otra vez, Harry los llevó de vuelta hacia la entrada tapiada y por la escalera que bajaba a la Sala de los Menesteres. Estaba vacía salvo por cinco personas: Ginny, Tonks, dos mujeres a las que no conocían y una bruja muy anciana que llevaba un apolillado sombrero. La abuela de Neville.

-Ah, Potter -dijo ella con sequedad como si hubiera estado esperando por él-. ¿Puedes decirnos lo que está sucediendo?.

-¿Están todos bien? -dijeron Ginny y Tonks a la vez. Las otras dos mujeres los observaban.

-Que yo sepa -dijo Harry-. ¿Todavía hay gente en el pasadizo que lleva a Cabeza de Cerdo?

Sabía que la habitación no sería capaz de transformarse mientras todavía hubiese usuarios en ella.

-Yo fui la última en entrar -dijo la señora Longbottom-. Lo sellé. Creo que no es muy inteligente dejarlo abierto ahora que Aberforth ha abandonado su bar. ¿Han visto a mi nieto?

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora