LOVE ME, harry potter

37. Grawp el gigante

El partido que cerraría la temporada de quidditch, Gryffindor contra Ravenclaw, iba a celebrarse el último fin de semana de mayo. Y pese a que Hufflepuff había ganado por poco a Slytherin en el último encuentro, Gryffindor no tenía muchas esperanzas de ganar, debido principalmente (aunque nadie se lo decía, por supuesto) a la pésima trayectoria de Ron como guardián. Sin embargo, él parecía haber encontrado un nuevo optimismo.

-Hombre, peor no puedo hacerlo, ¿no creen? -les planteó con gravedad a Harry, Dylan y a Hermione durante el desayuno el día del partido-. Ahora no tengo nada que perder, ¿no?

-Un buen golpe por no creer en tí mismo -gruñó Ben llegando hacia ellos. Ron bufó.

-No otra vez.

Los tres alzaron las cejas, pero no se atrevieron a decir nada.

-Ron lo hará bien -aseguró Hermione mientras los cuatro bajaban hacia el campo de quidditch- Creo que Ron lo hará mejor ahora que no están ni Fred ni George.

-Lo mismo pienso -murmuró Ben. Se hicieron espacio en unas gradas para poder observar el partido.

Como era costumbre, Lee Jordan, que estaba muy alicaído desde que Fred y George se habían marchado del colegio, comentaba el partido. Mientras los dos equipos salían al terreno de juego, fue nombrando a los jugadores sin el entusiasmo de siempre.

-...Bradley... Davies... Chang -anunció.

-Es demasiado extraño no estar jugando -murmuró Harry.

-¡Allá van! -gritó Lee-. Davies atrapa inmediatamente la quaffle, el capitán de Ravenclaw en posesión de la quaffle, regatea a Johnson, regatea a Bell, regatea también a Spinnet... ¡Va directo hacia la portería! Se dispone a lanzar y, y... -Lee soltó una palabrota-. Y marca.

Dylan, Hermione y Harry gimieron. Ben suspiró pero no borró su sonrisa y tampoco despegó sus ojos de Ron.

Como era de esperar, los alumnos de Slytherin, sentados al otro lado de las gradas, empezaron a cantar:

Weasley no atrapa las pelotas
y por el aro se le cuelan todas...

-Harry, Dylan -dijo una voz ronca al oído del chico-. Hermione...

Dylan giró la cabeza y vio la enorme y barbuda cara de Hagrid, que asomaba entre los asientos. Por lo visto, había recorrido toda la hilera, porque los alumnos de primero y de segundo curso, que estaban sentados detrás de Harry, Hermione y Dylan, parecían aplastados y despeinados. Por algún extraño motivo, Hagrid estaba doblado por la cintura, como si no quisiera que alguien lo viera, aunque de cualquier modo sobresalía más de un metro entre los demás.

-Escuchen -susurró-, ¿pueden venir conmigo? Ahora, mientras todos ven el partido.

-¿Tan urgente es? -preguntó Harry-. ¿No puedes esperar a que acabe el encuentro?

-No. No, Harry, tiene que ser ahora, mientras todo el mundo mira hacia el otro lado. Por favor.

A Hagrid le sangraba un poco la nariz y tenía ambos ojos amoratados.

-De acuerdo -dijo Harry. Dylan suspiró pero siguió a su novio junto a Hermione, diciéndole a Ben que regresaría pronto.

-Se lo agradezco mucho, de verdad -dijo Hagrid cuando llegaron a la escalera. Siguió mirando alrededor, nervioso, mientras bajaban hacia el jardín-. Espero que no hayan visto que nos marchamos.

-¿Te refieres a la profesora Umbridge? -le preguntó Harry-. Tranquilo, seguro que no nos ha visto. Está sentada con toda su brigada, ¿no te has fijado? Debe de imaginarse que pasará algo durante el partido.