30. El inicio de algo

6.5K 871 1.4K
                                    

-¡Hoy vamos a trabajar aquí! -anunció alegremente Hagrid a los alumnos que se le acercaban, señalando con la cabeza los oscuros árboles que tenía a su espalda-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


-¡Hoy vamos a trabajar aquí! -anunció alegremente Hagrid a los alumnos que se le acercaban, señalando con la cabeza los oscuros árboles que tenía a su espalda-. ¡Estaremos un poco más resguardados! Además, ellos prefieren la oscuridad.

El semigigante había vuelto hace poco de su misión junto a Madame Maxime, intentando recluir a los gigantes, pero fallando en el intento.

-¿Quién prefiere la oscuridad? -preguntó Malfoy ásperamente a Crabbe y a Goyle con un dejo de pánico en la voz-. ¿Quién ha dicho que prefiere la oscuridad? ¿Ustedes lo han oído?

Dylan se permitió una sonrisa de satisfacción al escucharlo. Estaban por tomar la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas con Hagrid de vuelta. Hacía mucho frío y Dylan sólo quería que las vacaciones comenzaran.

-¿Listos? -preguntó Hagrid festivamente mirando a sus estudiantes-. Muy bien, preparé una excursión al bosque para los de quinto año. Pensé que sería interesante que observaran a esas criaturas en su hábitat natural. Las criaturas que vamos a estudiar hoy son muy raras, creo que soy el único en toda Gran Bretaña que ha conseguido domesticarlas.

-¿Seguro que están domesticadas? -preguntó Malfoy, y el dejo de pánico en su voz se hizo más pronunciado-. Porque no sería la primera vez que nos trae bestias salvajes a la clase.

Los de Slytherin murmuraron en señal de adhesión, y unos cuantos estudiantes de Gryffindor también parecían opinar que Malfoy tenía razón.

-Claro que están domesticadas -contestó Hagrid frunciendo el entrecejo y colocándose bien la vaca muerta sobre el hombro.

-Entonces, ¿qué le pasó en la cara? -inquirió Malfoy.

-¡Eso no es asunto tuyo! -respondió Hagrid con enojo-. Y ahora, si ya terminaron de hacerme preguntas estúpidas, ¡síganme!

Se dio vuelta y entró en el bosque, pero nadie se mostraba muy dispuesto a seguirlo, sin embargo, Dylan, Harry, Ron y Hermione avanzaron detrás de él.

Caminaron unos diez minutos hasta llegar a un lugar donde los árboles estaban tan pegados que no había ni una gota de nieve en el suelo y parecía que había caído la tarde. Hagrid, con un gruñido, depositó la media vaca en el suelo, retrocedió y se dio vuelta para mirar a los alumnos, la mayoría de los cuales pasaban sigilosamente de un árbol a otro hacia donde estaba él, escudriñando nerviosos los alrededores como si fueran a atacarlos en cualquier momento.

-Agrúpense, agrúpense -les aconsejó Hagrid-. Bueno, el olor de la carne los atraerá, pero de todos modos voy a llamarlos porque les gusta saber que soy yo.

Se dio vuelta, movió la desgreñada cabeza para apartarse el cabello de la cara y dio un extraño y estridente grito que resonó entre los oscuros árboles como el reclamo de un pájaro monstruoso. Nadie rió: la mayoría de los estudiantes estaban demasiado asustados para emitir sonido alguno. Hagrid volvió a emitir aquel chillido. Luego pasó un minuto, durante el cual los alumnos, inquietos, siguieron escudriñando los alrededores por si veían acercarse algo. Y entonces, cuando Hagrid se echó el cabello hacia atrás por tercera vez e infló su enorme pecho, miró algo orgulloso, sin embargo, Dylan no veía nada.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora