60. La aventura comienza

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-¿A dónde vamos?

-Vayamos a un café o algo, para decidir qué hacer.

Los cuatro caminaban por las calles de Londres aquella noche justo después de haber huido de la Madriguera. Se habían cambiado las túnicas y ahora debían mezclarse con los muggles para pasar desapercibidos. Caminaron esquivando a las personas y unas pocas calles después, encontraron un café que parecía muy solitario.

Entraron y se sentaron en una de las mesas. Dylan y Harry de cara a la puerta de entrada, con Ron y Hermione frente a ellos. El castaño sentía el miedo subir por su garganta, y pedía a Merlin que todos hayan podido escapar de la fiesta. Harry estaba bajo la capa de invisibilidad en esos momentos.

-Saben, no estamos lejos del Caldero Chorreante, está en Charing Cross…

-¡Ron, no podemos! -dijo Hermione inmediatamente.

-No digo quedarnos allí, pero sí averiguar qué está ocurriendo!

-¡Sabemos qué esta ocurriendo! Voldemort ha tomado el Ministerio, ¿qué más necesitamos saber?

-Debe de tener mortífagos en cada esquina -murmuró Dylan.

La camarera, que masticaba chicle, les atendió, y Hermione pidió tres capuchinos. La chica estaba tan nerviosa que a cada momento se volvía a mirar hacia la puerta. Dylan tomó su mano.

-Mione, si sigues mirando así, se verá sospechoso -le dijo Dylan intentando calmarla. Hermione asintió y suspiró. En esos momentos, la campanita de la entrada sonó y Dylan sintió a Hermione tensarse, por lo que levantó la vista. Suspiró al ver que solamente eran dos obreros que parecían ir a relajarse después de un largo día. Estos se sentaron a unas dos mesas de distancia.

-Yo digo que encontremos un lugar tranquilo para desaparecernos y dirigirnos hacia el campo. En cuanto estamos allí, podremos enviar un mensaje a la Orden -propuso Hermione en un susurro.

-¿Entonces puedes hacer un Patronus de esos que hablan? -preguntó Ron.

-He estado practicando, y creo que sí -dijo Hermione.

-Bueno, mientras eso no les cause problemas, aunque deben haber sido arrestados ya. Dios, esto está
asqueroso -añadió Ron después de dar un sorbo al espumoso café grisáceo. La camarera le había oído; le echó a Ron una mirada rencorosa mientras se dirigía a atender a los nuevos clientes. Dylan rió por lo bajo y tomó un sorbo de su café.

-¿Nos vamos entonces? ¿Tenemos dinero para pagar? -preguntó Ron dejando el capuchino en la mesa dándole una mirada asqueada.

-Traje ahorros, es tanto dinero muggle como mágico -dijo Dylan pero Hermione se le adelantó rebuscando en su bolso interminable.

Dylan, que en ese momento había levantado la vista, vio como los obreros hacían idénticos movimientos. Se agachó justo a tiempo antes de que los hechizos impactaran contra él, y los escuchó golpear en la pared.

-¡Desmaio!

La voz de Harry aún invisible resonó por todo el lugar. Dylan sacó rápidamente su varita y vio como Ron y Hermione hacían lo mismo. Uno de los mortífagos fue impactado por el hechizo de Harry y se desplomó hacia el suelo.

-¡Expulso!

El mortífago esquivó el hechizo de Dylan, por los pelos. Pero este lanzó un hechizo a Ron, y unas cuerdas lo envolvieron de pies a cabeza. Una mesa explotó tras ellos mientras los tres intentaban cubrirse a sí mismos y a Ron, y a la vez atacar.

-¡Petrificus Totalus! -gritó Hermione desde fuera de su campo de visión, y el mortífago se desplomó como una estatua con un ruido sordo sobre los restos de loza, mesa, y café. Hermione salío gateando de debajo del banco, sacudiéndose del pelo los restos de cristal de un cenicero y temblando entera.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora