11. Baile de navidad

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-Un baile en Hogwarts -dijo Dylan mientras caminaban después de su clase con McGonagall. Bufó- genial.

-¡Claro que sí es genial! -exclamó Hermione- nunca he ido a un baile.

-Yo desearía no tener que ir a uno -señaló Ron. Harry asintió de acuerdo.

-¡Vamos! ¡No sean así! -dijo Hermione haciendo un puchero. Se adelantó mientras ellos caminaban y se giró de espaldas, caminando hacia atrás- ustedes no me van a arruinar este baile. ¿Escucharon?

-No pensábamos arruinarlo -dijo Dylan frunciendo el ceño. Hermione rodó los ojos.

-¡Claro que sí! Desde que se están quejando de él lo están haciendo -se cruzó de brazos.

-Es que no entiendo cuál es la finalidad -se quejó Ron- sólo a las chicas les interesan los bailes. Ya sabes, vestidos y toda esa cursilería.

-Además tengo que invitar a alguien -masculló Harry- yo no sé invitar a la gente.

-Se nota -se burló Dylan. Harry le dio un codazo que lo hizo quejarse. Dylan se lo devolvió. Los cuatro se detuvieron en medio del corredor mientras Harry y Dylan se peleaban.

-Parecen que tienen cinco años -suspiró Hermione. Avanzó y a cada uno le dio un golpe en la nuca. Ron rió detrás de Hermione.

-Si los niños ya dejaron de pelearse -dijo Hermione con una sonrisa que había veces que a los chicos les daba miedo- ¿podemos ir a comer ya?

Harry y Dylan murmuraron de acuerdo. Hermione asintió y se giró para seguir conversando con Ron. Ambos los siguieron en silencio.

-¿Ya tienes pensado con quién irás? -preguntó Harry. Dylan no respondió al instante.

-Creo que iré solo -hizo una mueca. Acomodó las correas de su mochila y la de Hermione (Harry, Ron y él la llevaban por ella en ocasiones) para después meter las manos en los bolsillos de su pantalón- no es como que conozca a mucha gente, ¿no? Además, sólo podría pedírselo a Hermione, pero ella ya tendrá con quién ir.

-¿Crees que Hassler se lo pedirá? -inquirió Harry. Dylan rió.

-Más bien creo que ella se lo pedirá a Hassler -respondió. Harry sonrió.

-¡Oh! ¡Harry! Tienes que ver esto -dijo Hermione guiándolos hacia el lado contrario. Los tres compartieron una mirada de curiosidad. Los trajo dando vueltas y vueltas hasta que pararon frente a una pintura.

Hermione alargó el índice y le hizo cosquillas a una enorme pera verde, que comenzó a retorcerse entre risitas, y de repente se convirtió en un gran pomo verde. Hermione lo accionó, abrió la puerta y empujó a Harry por la espalda, obligándolo a
entrar. Dylan alcanzó a echar un rápido vistazo a una sala enorme con el techo muy alto, tan grande como el Gran Comedor que había encima, llena de montones de relucientes ollas de metal y sartenes colgadas a lo largo de los muros de piedra, y una gran chimenea de ladrillo al otro extremo, cuando algo pequeño se acercó a Harry corriendo desde el medio de la sala.

-¡Harry Potter, señor! -chilló- ¡Harry Potter!

Dylan suspiró algo resignado. Estarían ahí un largo rato, pero por lo menos, había comida.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora