16. Todo está a punto de cambiar

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Dylan se movía de aquí a allá en la enfermería, sin poder contenerse. Hacía ya mucho tiempo que se habían llevado a Harry y no aparecía ahí.

-¡Dylan me estás estresando! -exclamó Hermione.

El castaño se detuvo.

-Lo siento.

La puerta de la enfermería se abrió y aparecieron Harry y Dumbledore. Todo se abalanzaron sobre ellos, buscando respustas.

La señora Weasley soltó una especie de grito amortiguado:

-¡Harry!, ¡ay, Harry!

Fue hacia él, pero Dumbledore se interpuso.

-Molly -le dijo levantando la mano-, por favor, escúchame un momento. Harry ha vivido esta noche una horrible experiencia. Y acaba de revivirla para mí. Lo que ahora necesita es paz y tranquilidad, y dormir. Si quiere que estén con él -añadió, mirando también a Ron, Hermione y Bill-, pueden quedarse, pero no quiero que le pregunten nada hasta que esté preparado para responder, y desde luego no esta noche.

La señora Weasley mostró su conformidad con un gesto de la cabeza. Estaba muy pálida. Se volvió hacia Ron, Hermione, Dylan y Bill con expresión severa, como si ellos estuvieran metiendo bulla, y les dijo muy bajo:

-¿Han oído? ¡Necesita tranquilidad!

-Dumbledore -dijo la señora Pomfrey, mirando fijamente el perro grande y negro en el que se había convertido Sirius-, ¿puedo preguntar qué...?

-Este perro se quedará un rato haciéndole compañía a Harry -dijo sencillamente Dumbledore-. Te aseguro que está extraordinariamente bien educado. Esperaremos a que te acuestes, Harry.

-Volveré en cuanto haya visto a Fudge, Harry -dijo Dumbledore-. Me gustaría que mañana te quedaras aquí hasta que me haya dirigido al colegio.

Dejaron que Harry se cambiara y que se acostara. Ron, Hermione, Bill, la señora Weasley y él se sentaron a ambos lados de la cama.

-Estoy bien -murmuró Harry- sólo cansado.

Dylan volvía a sentir ese nudo en la garganta.

A la señora Weasley se le empañaron los ojos de lágrimas mientras le alisaba la colcha de la cama, sin que hiciera ninguna falta.

La señora Pomfrey, que se había marchado aprisa al despacho, volvió con una copa y una botellita de poción de color púrpura.

-Tendrás que bebértela toda, Harry -le indicó-. Es una poción para dormir sin soñar.

Harry tomó la copa y bebió unos sorbos.

Enseguida le entró sueño: todo a
su alrededor se volvió brumoso, las lámparas que había en la enfermería le hacían guiños amistosos a través de los biombos que rodeaban su cama, y sintió como si su cuerpo se hundiera más en la calidez del colchón de plumas.

Aún así, alcanzó a sentir como tomaban su mano y entrelazaban sus dedos, dándoles un apretón. Después, se hundió en el mundo de los sueños.

...

-¡No debería haberlo metido en el castillo! -gritó la profesora McGonagall-. Cuando se entere Dumbledore...

Dylan sintió movimiento en su mano izquierda. Harry había despertado. Lo ayudó a sentarse y a colocarle las gafas, sin separar su mano de la de él.

Fudge entró en la sala con paso decidido. Detrás de él iban Snape y la profesora McGonagall.

-¿Dónde está Dumbledore? -le preguntó Fudge a la señora Weasley.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora