15. La tercera prueba

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-¿También Dumbledore cree que Quien-tú-sabes está recuperando fuerzas? -murmuró Ron.

Harry ya les había contado a los tres lo que había visto en el pensadero (el juicio de Karkarov y cómo Barty Crouch Jr. resultó culpable) y de casi todo lo que Dumbledore le había dicho y
mostrado después. Y, naturalmente, también había hecho partícipe a Sirius, a quien había enviado una lechuza en cuanto salió del despacho de Dumbledore.

Los cuatro se habían sentado en la sala común, muy pasada la hora de dormir. Dylan miraba a la chimenea tratando de no entrar en pánico por todo lo que estaba sucediendo.

-¿Y confía en Snape? -preguntó Ron-. ¿De verdad confía en Snape, aunque sabe que fue un mortífago?

-Sí -respondió Harry. Hermione y Dylan no habían dicho ni una palabra. La primera estaba sentada con la frente apoyada en las manos y mirando al suelo.

-Rita Skeeter -murmuró al final.

-¿Cómo puedes preocuparte ahora por ella? -exclamó Ron, sin dar
crédito a sus oídos.

-No me preocupo por ella -dijo Hermione sin dejar de mirar al suelo-. Sólo estoy pensando... ¿Recuerdan lo que me dijo en Las Tres Escobas? «Yo sé cosas sobre Ludo Bagman que te pondrían los pelos de punta...» Supongo que se refería a eso. Ella hizo la crónica del juicio, sabía que les había pasado información a los mortífagos. Y Winky también lo sabía, ¿se acuerdan? «¡El señor Bagman es un mago malo!» Seguro que el señor Crouch se puso furioso cuando lo dejaron en libertad y lo comentó en su casa.

-Ya, pero Bagman no pasó la información a sabiendas, ¿o sí?

-¿Y Fudge cree que Madame Máxime atacó a Crouch? -preguntó Dylan, volviéndose hacia Harry.

-Sí -repuso Harry-, pero sólo porque Crouch desapareció junto al carruaje de Beauxbatons.

-Nosotros nunca sospechamos de ella -comentó Ron pensativo-. Tiene sangre de gigante, y no quiere admitirlo...

Hermione suspiró y negó. Se talló el rostro y se levantó.

-Lo mejor será ir a dormir -murmuró Hermione dando un bostezo, cubriéndolo con el dorso de su mano- mañana tienes que seguir practicando, Harry.

-Lo sé -se resignó. Hermione le sonrió y tomó su mochila.

-Buenas noches, chicos -se despidió de ellos subiendo las escaleras a los dormitorios de chicas.

-Buenas noches, Mione.

Al empezar junio, volvieron la excitación y el nerviosismo al castillo. Todos esperaban con impaciencia la tercera prueba, que tendría lugar una semana antes de fin de curso. Aún así, Dylan, Ron y Hermione ayudaban a Harry con algunos hechizos y maleficios, adquieriendo experiencia práctica de paso.

Harta de encontrarlos por todas partes, la profesora McGonagall había dado permiso a Harry para usar el aula vacía de Transformaciones durante la hora de comer. No tardó en dominar el embrujo obstaculizador, un conjuro que servía para detener a los atacantes; la maldición reductora, que le permitiría apartar de su camino objetos sólidos, y el encantamiento brújula, un útil descubrimiento de Hermione que haría que la varita señalara justo hacia el norte y, por lo tanto, le permitiría comprobar si iba en la dirección correcta hacia el centro del laberinto. Sin embargo, seguía teniendo problemas con el encantamiento escudo.

Harry se desanimó al no poder realizar el escudo por cuatro veces seguidas.

-Pero si lo estás haciendo estupendamente -lo animó Hermione, comprobando la lista y tachando los encantamientos que ya tenían bien aprendidos-. Algunos de éstos te pueden ir muy bien.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora