17. El ataque

6K 806 492
                                    

A Dylan le encantaría decir que tuvo el verano más normal de toda su vida. Pero como tú y yo sabemos, siendo mago, jamás podría tener una vida normal.

Pero por ahora, el verano iba bastante bien y relajado. Había dormido hasta tarde y levantado pasado del medio día, había comido hasta reventar y se había desvelado viendo cientos de películas junto a sus padres. Ellos se habían tomado algunos días de vacaciones para pasarlo con su hijo, ya que sólo tenían escasos momentos con él por Hogwarts.

Y ese verano Dylan había reflexionado. Mucho. Se quedaba hasta tarde mirando el techo de su habitación con White en su estómago, la mayoría de las veces con la mente en blanco. Hacía eso cuando estaba aburrido sin nada entretenido por hacer, o bien, le escribía cartas a Harry, para asegurarse de que estaba bien, y vivo.

Harry. Otro tema sumamente complicado que le hacía comerse la cabeza en las noches de insomnio. Dylan no entendía el por qué, pero el ojiverde regresaba a su mente en cualquier momento del día, ocupándola por completo.

Su mejor amigo estaba constantemente en sus pensamientos. Dylan lo atribuía a que estaba preocupado por él; después de lo sucedido en el laberinto, experimentó como una sensación completamente extraña que le hacía querer estar a su lado, o de protegerlo, justo como lo sucedido ese día en que Malfoy terminó convertido en hurón y él había salvado a Harry del hechizo. Y eso lo mantenía pensando durante minutos enteros.

Quería encontrar el por qué de aquello, pero cuando estaba por encontrar la solución, se bloqueaba y se negaba a aceptar aquello. Entraba en un modo de negación, del que nada era capaz de sacarlo de ahí.

Por lo que comenzó a evitar el tema lo más que pudo, intentando distrarse con cualquier otro pensamiento que cruzase por su mente. Todo menos Harry.

-¿Has hablado con Harry? -inquirió Alexander en la fila de aquel local de comida rápida al que habían decidido ir aquel día.

Dylan quiso lloriquear ante la mención de su mejor amigo. Edward lo notó y frunció el ceño.

-¿Pasó algo entre ustedes? -inquirió confundido. Alexander los miró, curioso. Dylan resopló y evadió la mirada de sus padres.

-No lo sé -dijo frustrado. Y era cierto. No sabía qué demonios estaba pasándole, pues obviamente Harry no tenía la culpa de sus sentimientos contradictorios y desordenados que ocupaban su cabeza. Se limitó a quedarse en silencio mientras avanzaban en la fila, hasta que llegó su momento de pedir. Pidió su hamburguesa con doble carne y papas fritas grandes, que se le hacía agua a la boca. Tomó su bandeja con el pedido y acompañó a sus padres a una mesa cerca de una ventana. Se dejó caer en el asiento y tomó una papa.

Tomó su hamburguesa y le dio una mordida, y casi lloriquea ante el exquisito sabor. Definitivamente Hogwarts debería incluirlas en las comidas. Se preguntó por un momento si Harry había probado una hamburguesa alguna vez y se pateó mentalmente el estar pensando en su mejor amigo.

-¿Ya por fin aceptaste que te gusta? -dijo Alexander dándole una mordida a la suya. Dylan escupió la soda que acababa de tomar, ese comentario le había tomado por sorpresa. Edward fulminó a su esposo y este se removió incómodo- o tal vez no.

-¡Qué! -chilló Dylan bastante alto. Algunas personas en las mesas de su alrededor se giraron a mirarlos y el castaño se sonrojó queriendo desaparecerse de ahí. Cuando volvió a su color normal carraspeó- a mi no me gusta Harry.

-Igualito a ti, amor -murmuró Alexander. Edward se sonrojó y le dio un codazo.

-Es sólo mi mejor amigo -murmuró, pero aún así sintió algo en su pecho que se dispuso a ignorar. Todos se quedaron en silencio mientras comían. Dylan estaba planeando llevarse una dotación de hamburguesas a Hogwarts, muy seriamente.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora