LOVE ME, harry potter

35. Me encantas

Por fin habían empezado a trabajar en los encantamientos Patronus, que todos estaban deseando practicar pese a que, como Harry insistía en recordarles, no era lo mismo lograr que un Patronus apareciera en medio de un aula intensamente iluminada y sin estar bajo ninguna amenaza, que conseguir que apareciera si se tenían que enfrentar a algo similar a un Dementor.

-¡Son tan bonitos! -exclamó Susan Bones viendo a su gato corretear por la sala.

-Lo que importa no es que sean bonitos -repuso Harry pacientemente-, sino que te protejan. Lo que necesitamos es un boggart o algo parecido; así fue como aprendí yo: tuve que invocar un Patronus mientras el boggart se hacía pasar por un Dementor.

-¡Uy, qué miedo! -comentó Lavender, que disparaba bocanadas de humo por el extremo de su varita-. ¡Y yo sigo... sin... conseguirlo! -añadió con enfado.

Neville también tenía problemas. Estaba muy concentrado, pero de la punta de su varita sólo salían unas débiles volutas de humo plateado.

-Tienes que pensar en algo alegre -le recordó Harry.

-Ya lo intento -dijo Neville, desanimado; se estaba esforzando tanto que el sudor brillaba en su redonda cara.

Dylan se había recargado en una pared mirando a todos de brazos cruzados. La nutria de Hermione se deslizaba sobre sus cabezas, mientras que los perros de Ron y Ben jugueteaban entre sí.

-¿Siendo rebelde sin atenser a la clase?

Dylan sonrió y miró a su novio frente a él.

-Tal vez -concedió Dylan con una sonrisa de lado- necesito un incentivo para poder hacer mi patronus.

-Creo que tengo una idea que puede ayudar -murmuró Harry acercándose y acorralándolo contra la pared. Dylan alzó una ceja y escondió su sonrisa.

-Hazlo entonces.

Harry lo besó tomándolo de las caderas. Dylan suspiró y se permitió dejarse llevar un poco. Cuando se sintió mareado por todas las sensaciones que tenía, se separó apenas unos milímetros, jadeando contra los labios de Harry.

-Expecto patronum -susurró, rozando sus labios contra los de él en cada palabra. Al instante, una enorme nube plateada se materializó frente a ellos. Harry tuvo que hacer un esfuerzo enorme para girar su rostro. La nube comenzaba a tomar forma, hasta que se adaptó a la de una pantera negra.

Harry rió sin aliento, para después murmurar también el hechizo que invocó al ciervo. Ambos patronus se miraron fijamente durante unos segundos, hasta que el ciervo arremetió contra la pantera tumbándola al suelo para juguetear.

Dylan rió encantado.

-Me encanta -musitó Harry volviéndose hacia Dylan y besando su cuello entre cada palabra. El castaño se estremeció- me encantas.

Antes de que Dylan pudiera responder, la puerta de la Sala de los Menesteres se abrió y volvió a cerrarse. Harry hizo un esfuerzo por separarse de Dylan y darse la vuelta, pero no vio a nadie. Tardó un instante en darse cuenta de que los alumnos que estaban cerca de la puerta se habían quedado callados. Entonces algo le tiró de la túnica a la altura de las rodillas. Miró hacia abajo y se llevó una sorpresa al ver a Dobby, el elfo doméstico, que lo contemplaba desde debajo de los ocho gorros de lana que no se quitaba ni para dormir.

-¡Hola, Dobby! -exclamó Harry-. ¿Qué haces? ¿Qué pasa?

El elfo lo miraba con ojos desorbitados; estaba temblando de miedo. Dylan sintió una mala sensación en la boca del estómago. Su patronus desapareció al mismo tiempo que el de Harry.