33. Día de San Valentín

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Dylan suspiró al colocar el punto final de el larguísimo ensayo que tenían que hacer para Umbridge. Llevaban miles de horas en la biblioteca, a la vez que esperaban a que Harey volviera de su clase de Oclumancia con Snape.

-Terminé -dijo Hermione recostándose en la silla y suspirando. Movió su varita y ejecutó un hechizo para el secado de la tinta.

Ron se veía sumamente aburrido y al borde de la desesperación. Llevaba alrededor de la mitad.

-¿Necesitas ayuda? -preguntó Dylan. El pelirrojo negó.

-Puedo hacerlo -sentenció fulminando el pergamino y volviendo su atención a los libros que tenia abiertos a su alrededor.

Escuchó pasos acercándose y se giró hacia Harry cuando este se sentó a su lado. Se veía sudoroso y pálido. Dylan se preocupó.

-¿Estás bien? -inquirió suavemente apartándole el flequillo mojado de los ojos. Harry asintió.

-Sí.. bueno, no lo sé -declaró impaciente- es que acabo de darme cuenta de algo. ¿Recuerdan que les dije que siempre soñaba con un pasillo y una puerta al final?

Y les contó todo acerca de su teoría con el departamento de Misterios y por qué él la veía tan seguido en sus sueños.

-¿Estás diciendo..., estás insinuando... -susurró Ron cuando la señora Pince hubo pasado por su lado, produciendo ligeros crujidos al caminar- que el arma..., eso que busca Quien-tú-sabes..., está en el Ministerio de la Magia?

-Sí, en el Departamento de Misterios -afirmó Harry, para luego girarse a Dylan- vi la puerta cuando fuimos a la audiencia, y estoy seguro de que es la misma en donde él estaba vigilando esa noche, Ron.

Hermione exhaló un largo y lento suspiro.

-Claro -dijo.

-Claro ¿qué? -inquirió Ron, alterado.

-Piensa un poco, Ron... Sturgis Podmore intentaba entrar por una puerta del Ministerio de la Magia... ¡Debía de ser ésa, no puede tratarse de una coincidencia!

-¿Cómo iba a querer entrar Sturgis por esa puerta si está en nuestro bando? -objetó Ron.

-Mas bien, ¿en verdad sabemos que está de nuestro lado? -inquirió Dylan- puede que haya tenido la maldición Imperius, o que no juegue exactamente para nuestro bando.

Todos se quedaron en silencio, sopesando esa opción. Harry exhaló y bajó sus temblorosas manos a su regazo.

-¿Seguro que estás bien? -inquirió Dylan. Harry asintió.

-Sí, estoy bien... -afirmó-. Aunque
estoy un poco... No me gusta mucho la Oclumancia.

Dylan lo rodeó con un brazo y besó su mejilla.

-Cualquiera se sentiría débil si acabaran de atacar su mente un montón de veces seguidas -opinó Hermione, comprensiva-. Mira, volvamos a la sala común, allí estaremos más cómodos.

Pero la sala común estaba abarrotada de encantados alumnos que reían a carcajadas; Fred y George estaban haciendo una exhibición de su último artículo de broma.

-¡Sombreros acéfalos! -gritó George mientras Fred exhibía ante los estudiantes un sombrero puntiagudo decorado con una suave y sedosa pluma de color rosa-. ¡Dos galeones cada uno! ¡Miren a Fred!

Fred, sonriente, se puso el sombrero en la cabeza. Al principio no pasó nada, sólo que Fred tenía pinta de estúpido; pero a continuación sombrero y cabeza desaparecieron. Varias chicas chillaron, pero los demás se desternillaban de risa.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora