41. Sin temores de la guerra

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Bueno, el verano no estaba tan mal después de todo.

Dylan tenía más diversión ahora que Lucas estaba en casa, por lo que ambos o hacían desastre, o jugaban con la consola que sus padres les habían regalado. Además, tuvo que pasarse la mayoría de aquellos días, pensando en una forma para que dejaran a Harry visitar su casa. Hasta le había enviado cartas a Dumbledore casi rogándole para que su novio pudiera ir un par de días.

Y también, agregándole a la lista de preocupaciones, que Harry la encabezaba, estaba el regalo de cumpleaños del azabache. Dylan no tenía ni la más mínima idea de qué pudiera regalarle, más angustiado que nunca por el increíble regalo que Harry le había hecho a él.

Y ahí estaba, tirado en la alfombra de su sala, mientras Lucas lo observaba con una ceja alzada.

-¿Estás triste por que Harry no te ha dado besitos? -se burló el Slytherin. Dylan resopló.

-Además de eso, no tengo idea de qué regalarle, y su cumpleaños es pasado mañana -lloriqueó.

-Consíguele cualquier cosa -rodó los ojos Lucas ante el dramatismo de Dylan.

-Pero él me regaló un walkman, que siempre había querido uno y yo no sé qué demonios regalarle, y me terminará por ser un mal novio y...

-Oh por Merlín cállate ya -se quejó Lucas tirando un cojín directo a su cara- eres un dramático.

-¿Si le regalo otra hamburguesa y otro pastel aceptará? -murmuró Dylan.

-Con que le des besos se conforma -dijo Lucas. Dylan resopló- es demasiado temprano para escuchar tus quejas.

-Son las doce -rodó los ojos Dylan.

Y Dylan se quedó acostado en el piso de la alfombra, forzando a su cabeza a pensar en algo creativo para regalarle a su novio sin que lo odiara. Así lo encontraron sus padres a las tres de la tarde cuando volvieron del ministerio.

-¿Debería preocuparme? -preguntó Alexander al ver a su hijo tirado en el piso. Lucas se encogió de hombros.

-Lleva así desde que se levantó. Dice que Harry lo va a terminar por no conseguirle un buen regalo -dijo Lucas hastiado.

Alexander contuvo la risa mirando de reojo a su esposo quien parecía más interesado en la televisión, pero el sonrojo en sus mejillas lo delataba.

-En la tienda del Callejón Diagon vi un Kit de Quidditch, con guantes, instrumentos profesionales para la escoba y cosas de esas -dijo Edward- tal vez a Harry le guste.

-Hermione le regaló uno en tercer año -dijo Dylan resignado. Edward resopló.

-Mientras tú te lamentas de tu existencia, iré a preparar la comida -dijo este saliendo de la sala de estar, dándole una mirad a su esposo. Este lloriqueó. Dylan volvía a mirar el techo.

-Hijo, ¿podemos hablar? -preguntó Alexander. Dylan lo miró curioso.

-Claro, ¿qué pasa?

Alexander carraspeó.

-¿En tu habitación?

Dylan lo miró con el ceño fruncido pero asintió y se levantó del suelo. Siguió a su padre escaleras arriba mientras se preguntaba qué demonios había hecho ahora. Cuando ambos entraron en la habitación, Alexander colocó un hechizo de privacidad a la puerta, para que no se escuchara nada fuera de la habitación.

-¿Papá? -preguntó Dylan preocupado. Alexander se sentó en la silla de su escritorio frente a su cama.

-Escucha, déjame decirte todo primero, por que sé que me vas a interrumpir -dijo en advertencia. Dylan no sabía que pensar. Alexander volvió a carraspear- por Dios, tu padre debió de hacer esto no yo.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora