38. TIMOS y la misión de rescate

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Dylan tomó aire y lo soltó, sin poder comer nada más de su desayuno. Tenia el estómago revuelto mientras leía de su libro.

-Hey -murmuró Harry a su lado. Dylan lo miró y el azabache alzó una mano colocándola en su nuca, acariciando- te irá bien, ya lo verás. Si sigues temblando como gelatina comenzaré a preocuparme de verdad.

Dylan dejó salir una risa temblorosa, tal y como se sentía.

Cuando terminó el desayuno, los alumnos de quinto y de séptimo se

congregaron en el vestíbulo mientras los demás estudiantes subían a sus aulas; entonces, a las nueve y media, los llamaron clase por clase para que entraran de

nuevo en el Gran Comedor; habían retirado las cuatro mesas de las casas y en su lugar habían puesto muchas mesas individuales, encaradas hacia la de los profesores, desde donde los miraba la profesora McGonagall, que permanecía de pie. Cuando todos se hubieron sentado y se hubieron callado, la profesora McGonagall dijo:

-Ya pueden empezar. -Y dio la vuelta a un enorme reloj de arena que había sobre la mesa que tenía a su lado, en la que también había plumas, tinteros y rollos de pergamino de repuesto.

Dylan se sentía temblar mientras tomaba la pluma, pero dejó salir un pequeño suspiro al leer la primer pregunta que no dudó en responder.

-Bueno, no ha estado del todo mal, ¿verdad? -comentó Hermione en el vestíbulo, nerviosa, dos horas más tarde. Todavía llevaba en la mano la hoja con las preguntas del examen-. Aunque no creo que me haya hecho justicia en encantamientos regocijantes, no tuve suficiente tiempo. ¿Han puesto el contraencantamiento del hipo? Yo no estaba segura de si debía ponerlo, me parecía excesivo... Y en la pregunta número veintitrés...

-Mione, te amo, pero si sigues repitiendo el examen, tendré una crisis -se quejó Dylan.

-Y sí él tiene una crisis me quedaré sin novio y no quiero eso -bromeó Harry. Dylan resopló divertido.

Los alumnos de quinto comieron con el resto de los estudiantes (las cuatro mesas de las casas habían vuelto a aparecer a la hora de la comida) y luego entraron en masa en la pequeña cámara que había junto al Gran Comedor, donde tenían que esperar a que los avisaran para hacer el examen práctico. Los llamaban en reducidos grupos y por orden alfabético; los que se quedaban atrás murmuraban conjuros y practicaban movimientos de varita, metiéndosela de vez en cuando los unos a los otros en un ojo o dándose con ella golpes en la
espalda sin querer.

Por fin llamaron a Hermione, quien, temblorosa, salió de la cámara con
Anthony Goldstein, Gregory Goyle y Daphne Greengrass. Dylan intentaba respirar hondo para pasar esa sensación de malestar que tenía. Harry le daba caricias a su mano para que se calmara.

Minutos más tarde, Dylan fue llamado. Harry lo besó rápidamente sacándole una sonrisa y que los nervios disminuyeran considerablemente.

Así fueron todos los días siguientes. Estudiar sin parar, comer poco, desvelarse leyendo. Harry tratando de calmarlo con besos y Hermione poniéndolos de los nervios después de los exámenes.

Cuando por fin llegó el fin de semana, Harry y Ron se permitieron relajarse ya que el viernes no tenían ningún examen. En cambio, Hermione y Dylan volvieron a desvelarse estudiando para su examinación en Runas.

Al terminar el examen, Dylan consolaba a Hermione. Se había equivocado en una de las traducciones y la castaña estaba enojada y desanimada consigo misma.

Al entrar a la sala común, vieron a Ron y Harry sentados en el alféizar de una ventana abierta mientras jugaban ajedrez mágico.

-¿Cómo les fue en el examen de Runas? -preguntó Ron al verlos. Hermione suspiró abatida.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora