52. El derechazo de Dylan

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La noticia de que habían envenenado a Ron se extendió como la pólvora al día siguiente, pero no causó tanta conmoción como la agresión sufrida por Katie. Por lo
visto, la gente creía que podía tratarse de un accidente, dado que Ron se hallaba en el despacho del profesor de Pociones en el momento del envenenamiento; además, como le habían dado un antídoto de inmediato, en realidad no le había pasado nada grave. De hecho, a la mayoría de los estudiantes de Gryffindor les interesaba más el próximo partido de quidditch contra Hufflepuff, ya que muchos querían ver cómo castigaban a Zacharias Smith, que jugaba de cazador en el equipo de esa casa, a causa de los comentarios que había hecho por el megáfono mágico durante el partido inaugural contra Slytherin.

El día del partido contra Hufflepuff, los tres (Ben, Dylan y Harry) visitaron al pelirrojo aún en la enfermería. Ron estaba muy nervioso; la señora Pomfrey no lo dejaba bajar a ver el partido porque creía que eso podía sobreexcitarlo.

-¿Qué tal va McLaggen? -preguntó. Al parecer no se acordaba de que ya le había hecho esa pregunta dos veces. Ben sonrió resignado.

-Ya te lo he dicho -respondió Harry sin perder la paciencia-, no querría
quedármelo aunque fuera un jugador de talla mundial. No para de decirle a todo el mundo lo que tiene que hacer y se cree que jugaría mejor que los demás en cualquier
posición. Estoy deseando librarme de él -dijo mientras se ponía en pie y cogía su Saeta de Fuego.

-¿Vendrás, Ben? -el chico negó.

-Me quedaré aquí.

-Bien -dijo Harry tomando la mano de Dylan y jalándolo fuera de la enfermería- nos vemos después.

-Buena suerte.

Ambos recorrieron los desiertos pasillos del castillo en camino hasta el estadio.

-A veces quisiera que también jugaras quidditch -dijo Harry.

-Lo siento, sabes que soy pésimo en la escoba -dijo Dylan con una mueca, recordando su primera clase de vuelo-. Además, así es mejor, puedo admirarte desde las gradas.

Harry sintió sus mejillas calentarse haciendo sonreír a su novio. Escucharon unos pasos acercarse y ambos se detuvieron. Malfoy y dos chicas iban en dirección a ellos.

Al verlo, Malfoy se detuvo, pero luego soltó una risa forzada y siguió andando.

-¿A dónde vas? -le preguntó Harry. Dylan se abstuvo de rodar los ojos.

-A ti te lo voy a decir. ¡Como si fuera asunto tuyo, Potter! -se burló Malfoy-. Date prisa, todo el mundo está esperando al «capitán elegido», al «niño que marcó» o como sea que te llamen últimamente.

Y siguió su camino, sin mirar hacia atrás, acompañado de las dos niñas.

-Amor, te quiero, mucho. Pero deberias dejar tu obsesión por Malfoy -sugirió Dylan cuando retomaron el camino.

-No estoy obsesionado con él -gruñó Harry-. Sabes de lo que sospecho y lo descubriré.

Dylan suspiró y no dijo nada. Ya a esas alturas era imposible hacer entrar en razón a su novio. Al llegar al estadio, ambos se detuvieron.

-Buena suerte, te amo.

Harry se detuvo en seco, mirándolo aturdido. Los gritos de los estudiantes de Hogwarts quedaron en segundo plano. Dylan se mordió la lengua cerrando fuertemente sus ojos. Idiota, idiota. Demasiado pronto.

-Lo siento -dijo arrepentido al ver que Harry no decía nada. El nudo en su garganta comenzaba a agrandarse y quería salir ya de ahí y refugiarse en Hermione por haber sido un idiota apresurado-. Yo.. buena suerte.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora