48. La fiesta de Slughorn

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A la mañana siguiente, bajaron aún con las burlas de Ron de fondo, irritando a ambos.

Hermione los esperaba en la sala común y sonrió al verlos, pero se detuvo en seco y abrió su boca, sorprendida.

-¿Qué? -preguntó Dylan contrariado.

-Al parecer algunos se divirtieron anoche -canturreó. Harry y Dylan mascullaron maldiciones, mientras se miraban y llevaban una mano al cuello.

-Esto es tú culpa -dijo Dylan a Harry.

-¿Yo? ¡Tú lo hiciste primero!

-Bonita manera de marcar territorio -dijo Hermione riendo y caminando al retrato de la Sala Común. Ambos bufaron y siguieron a Hermione y Ron. El pelirrojo había seguido a la castaña.

-Pues mejor, ¿no? Así todos dejaran de acercarse a Harry para besarlo bajo el muérdago -dijo Dylan como quien no quiere la cosa. Harry alzó ambas cejas.

-Pues mejor, ¿no? Así no se te acerca Bellerose a coquetearte.

Harry podía estar ciego, y ser estúpido, pero él sabía cuando alguien coqueteaba con su novio, y ese era Thomas Bellerose, que últimamente él y Dylan estaban siendo muy amigos, convenientemente.

-¿Estás celoso? -inquirió Dylan divertido.

-¿Yo? Para nada.

Hermione los arrastró hasta la biblioteca para que terminaran los ensayos que tenian pendientes por hacer y entregar. Los obligó a sentarse y sacar sus materiales en una bonita mañana de domingo, bajo los refunfuños de Ron y los suspiros resignados de Harry.

A lo lejos, un grupito de chicas de cuarto o quinto año, cuchicheaban y apuntaban hacia ellos. Dylan resopló con irritación, al igual que Hermione.

-Por cierto, Harry. Ve con cuidado -advirtió Hermione mientras seguía con su redacción. Harry y Dylan levantaron la vista.

-¿De qué hablas? -inquirió el ojiverde.

-Pasé por el cuarto de baño de las chicas, y allí me encontré con casi una docena de alumnas (entre ellas Romilda Vane) intentando decidir cómo hacerte beber un filtro de amor. Todas pretenden que las lleves a la fiesta de Slughorn, y sospecho que han comprado filtros de amor en la tienda de Fred y George que, me temo, funcionan.

Dylan bufó. Genial.

-¿Y por qué no se los confiscaste?

-Porque no tenían las pociones en el lavabo -contestó ella, apretando los labios.

Harry se quedó mirando a Hermione con el ceño fruncido.

-Espera un momento -dijo de pronto-. Creía que Filch había prohibido los productos comprados en Sortilegios Weasley.

-¿Y desde cuándo alguien hace caso de las prohibiciones de Filch? -replicó Hermione, concentrada en su redacción.

-Tiene un punto -dijo Ron.

-¿No decían que también controlaban las lechuzas? ¿Cómo puede ser que esas chicas hayan entrado filtros de amor en el colegio?

-Fred y George los han enviado camuflados como perfumes o pociones para la tos -explicó Hermione-. Forma parte de su Servicio de Envío por Lechuza.

-Veo que estás muy enterada.

Dylan y Ron apretaron los labios para no reír de la mirada que Hermione envió a Harry.

-Lo explicaban en la etiqueta de las botellas que me enseñaron el verano pasado -dijo con ojos entrecerrados-. Yo no voy por ahí poniéndole pociones en el vaso a la gente, ni fingiendo que lo hago, lo cual viene a ser…

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora