2. Mundial de quidditch

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-Dylan, Dylan cariño, es hora de despertar -murmuró la señora Weasley sacudiéndolo un poco. El castaño parpadeó desorientado. Miró a su lado y observó como Harry también estaba en proceso de despertar. La señora Weasley se alejó de él y no fue tan cariñosa con Ron. Se talló los ojos y bostezó. Si no fuera porque iba a ir al mundial de quidditch, volvería a poner su cabeza contra la almohada y dormir un par de horas más.

Cuando la señora Weasley salió de la habitación, fue hasta su baúl para tomar algo de ropa e ir a ducharse. Iba camino hasta la puerta con los ojos entrecerrados, que no se dio cuenta que Harry estaba frente a él, por lo que chocaron. El azabache se apresuró a sostener a su amigo antes de que cayera al suelo. Dylan con el tremendo susto que se dio, se sintió más despabilado y sonrió culpable.

-Lo siento, Harry.

-No hay problema -respondió él. Se miraron unos momentos, para después mirar hacia donde estaba Ron. Al parecer, había vuelto a caer dormido y roncaba, señal de que estaba en otro mundo. Volvieron sus miradas hacia el otro, y ninguno se atrevió a moverse. Al final, Dylan dio el paso.

Se acercó y rodeó a Harry en un abrazo, escuchando el suspiro de este. El azabache lo rodeó y lo apretó contra él. Aquellos instantes eran reconfortantes y los hacían recordar que se tenían ahí, que ya no estaban en aquellos horribles lugares.

Dylan inconscientemente comenzó a acariciar la espalda de Harry con las yemas de sus dedos. De ellos dos, Harry era el que necesitaba más cariño, puesto que aún debía pasar sus veranos con los Dursley, y fue peor para él que para Dylan.

Hermione fue la que les sugirió aquello. Fue en segundo año, cuando Harry les había contado a los tres lo que soñaba y lo asustado que se sentía en ocasiones. A pesar de habérselos dicho en primer año, necesitaba sacarlo de alguna manera, pero esta vez incluyendo a Ron. Dylan lo había entendido y, sabiendo lo que era aquello, quiso ayudarlo.

Ron, siendo Ron, sólo se había encogido de hombros en silencio, sin nada para decir. Hermione, viendo que aquello incomodaba a sus mejores amigos, le sugirió ir bajando al Gran Comedor para apartarles lugares, ya que debía "revisar" los ensayos de los chicos. Ron, sin querer estar ahí, salió rápidamente de la sala común. La castaña tomó de la mano a ambos chicos y subió hasta el dormitorio, alegrándose de que estaba vacío.

Los había sentado en la cama de Harry y ella se paró frente a ellos.

-Harry, sé que es difícil para tí, y enserio quiero ayudar, pero no puedo seguir viniendo todas las mañanas, nos meteremos en problemas.. -dijo resignada. Hermione amaba a su mejor amigo, pero era imposible ir todos los días a su habitación para abrazarlo. Harry le había confiado a ella y Dylan (Ron tenía tanto tacto como una piedra) lo que pasaba con los Dursley. Hermione le había dado su primer abrazo, prometiéndole darle uno todos los días para que se diera cuenta que era real. Que estaba a salvo.

Pero cada día era más difícil ir a su habitación. Entre más crecían, más rumores creaban y los señalaban.

-Lo siento, Herms -dijo Harry suspirando. Se odiaba por ser tan débil y por depender de un estúpido abrazo para sentir que no estaba soñando y que era real. Que estaba protegido.

Hermione suspiró y se sentó a su lado, tomándolo de la mano.

-Yo puedo darte los abrazos que quieras durante el día, Harry, pero no por las mañanas -dijo Hermione con voz suave- pero sé de alguien que sí puede.

Harry y Dylan la miraron, curiosos.

-¿Quién? -preguntó Harry esperanzado.

-Dylan.

LOVE ME, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora