Toxic

Amenaza

A-Qing, quien estaba en la barra de la cocina sirviendo bebidas, se dió cuenta. Desde el momento en que ambos desaparecieron, y sabía porqué desaparecieron. Esperaba que al menos hubieran dejado limpio el ático.

Intentó disimular hasta que se acercara a ella. Xue Yang tomó un vaso nuevo para servirse jugo nada más. Esperó hasta que su amigo dejara de seguir con la mirada al otro chico para poder hablar.

–¿Cogiste con el desconocido?– lo único que midió fue el volumen de su voz.

–¿Qué?– preguntó el joven casi ahogándose.

–Que si... – el contenido del vaso con jugo se vació sobre ella – ¡¿PORQUÉ HICISTE ESO?!

–Hablas mucho – se excusó.

–Me las vas a pagar... – dijo antes de aventarse hacía él intentando golpearlo.

Para su fortuna, él era más ágil y al ser mayor, más fuerte. Tomó sus manos, haciendo que se detuviera.

– Calmada– siguió luchando – tranquila ¿Quieres saber? Te lo cuento.

En ese momento, dejó de luchar.

–Habla – después de eso aventó jugo hacia el otro – estamos a mano.

–Ugh, está bien – dijo buscando una servilleta para limpiar su cara – No habla mucho, cómo la mayoría de las personas – comentó para molestar a la menor.

–Bueno, pero sí es ruidoso al parecer – bromeó, provocando que el rostro ajeno se tornara de completamente rojo.

–¿Nos... Es– la risa estruendosa le hizo ver que no era verdad.

–En realidad nadie más que yo notó tu ausencia; bueno, tal vez unas cuantas personas porque Wei Wuxian le estaba buscando. La música era alta, pero me acabas de confirmar lo que creí– contestó con una risa triunfal, caminando hasta la tarja para ir por una bolsa de plástico.

–No sabes cuánto te odio – llevó una de sus manos a su rostro.

–¿Y cómo se llama? ¿Porqué te agrada tanto? – unas cuantas personas desconocidas se acercaron para despedirse, pasaba de la media noche.

–Xiao Xingchen, y no sé, no habla mucho, su voz es dulce y sus manos son muy suaves...– dejó de hablar en cuanto miró la burla en el rostro enfrente suyo – no te soporto ¿Sabes?

–Me amas, eso es lo que sé – contestó la muchacha para después sacar la lengua – ¿Vas a quedarte a dormir?– cambió el tema, ya que la mayoría se estaba yendo.

–Tus padres me van a echar en cuanto me vean, así que no. Te veré en la escuela. Si tienes un problema, llámame – revolvió el cabello de la chica.

Salió de ahí sintiendo la mirada de todos, como siempre. Una vez que abandonó la calle se sintió libre. Caminó hasta una gasolinera cercana para comprar una cajetilla de cigarros y algunas botanas. Una vez fuera de la tienda se arrepintió de haber rechazado la oferta de su amiga, pero ya era tarde para volver.

Sintió el frío recorrer sus brazos y piernas a pesar de tener ropa alrededor de sus extremidades. Recordó a la joven luna, en cómo sus dedos recorrieron sus brazos y como le apretó enterrando las uñas cortas. Por instinto, tocó la misma zona, provocando un ardor. Tenía rasguños debajo de la chaqueta.

Abrió una paleta de caramelo para comerla de camino a casa. Debía de tomar un taxi para irse "más seguro" pero su simple presencia asustaba. Tenía una mirada especial, penetrante e intimidante. Algunas veces lo ayudaba a protegerse a sí mismo, pero otras a gustarle a las personas.