Delirio

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Sintió una mano sujetar la suya propia. No se negó, no tenía problema con ello. Tampoco sintió celos cuando el dueño de "la calabaza" tomó el brazo del chico para caminar.

De hecho imaginó que se veían adorables.

El frío recorrió el brazo que estaba libre, por lo que su cuerpo respondió con un escalofrío. GuangYao se apresuró a llegar a la entrada, ya que en palabras de Xue Yang "convencía a la gente". Por algo era el secretario de un abogado de renombre.

Había apagado su celular desde que salió del departamento, no quería que nada interrumpiera su noche. Estaba demasiado a gusto, reprimió sus ansias por prenderlo. Así que dejó aquel aparato en el auto, tendría un buen pretexto para explicar porque no contestó.

Cuando el chico Jin volteó a verlos les regaló una sonrisa encantadora, dejando ver un par de hoyuelos que le hacían verse aún mejor. Esos dos chicos eran atractivos, demasiado.

Y uno de ellos está tomando mi mano.

Entraron emocionados. No era la primera vez que iba a aquel lugar, pero hacía mucho desde la última vez. Tomaron una mesa, mirando a las personas bailar. Xingchen prefirió ir a la barra, estaba más cerca del baño y ya se conocía: su sistema urinario era extraño cuando bebía.

El par de amigos le siguió sin poner peros.

–Prueba esto– GuangYao le dio una bebida de color azul al joven luna.

Puso una cara de extrañes por lo que Xue Yang tuvo que meterse.

–Sabe muy bien, en verdad. Ya te lo dije, no te dejaré en una tina con hielos – le dio una sonrisa traviesa que le gustó.

Con aquello, le dio un sorbo, dándose cuenta de que era realmente bueno. Le preocupaba que era dulce, así no podría tomar con medida. Sería el único así.

–¿Cómo conociste al demonio?– preguntó MenYao mientras bebía una bebida del mismo color.

–Es una historia larga– contestó Xingchen sin querer explicar mucho– me cayó tan bien que terminé en sus brazos, pero no por enamorarme – resumió, a la vez que abrazaba al mencionado por los hombros. El alcohol apenas había entrado en él y ya le estaba dejando sin filtros.

–Tuvimos sexo– su amigo ya sabía la historia, pero quería saber cómo lo contaría el otro chico.

Una mano rodeó la cadera de Xingchen, enterrando los cuatro dedos. El único que conservó su abrigo fue Xue Yang, así que todo aquel que se acercara al trío podría darse cuenta de lo que sucedía, de la cercanía entre los dos jóvenes. El chaperón decidió seguir platicando para no sentirse incómodo y la tercer rueda de una motocicleta.

–¿Qué estudias?– dió otro sorbo.

–Odontología– contestó cortamente – ¿A qué te dedicas?

–Secretario para Nie MingJue– habló– ya sabes, ser el secretario, atender llamadas y atender a gente con dudosa estabilidad mental– se burló. Era verdad.

–Suena interesante, aunque yo no podría estar en un lugar así; demasiados problemas personales y no podría con los míos, aunque siempre he querido ayudar a la gente – explicó, a la vez que también se burlaba.

–Es un buen punto – la música comenzó a subir de volúmen, un poco. Algo dentro de ellos les quería inducir a bailar, tal vez el alcohol.

Jaló a Xue Yang a la pista de baile, para bailar pegados. Llevó las manos ajenas a sus caderas para provocarlo mientras danzaban. La música era sugerente, la respiración del más bajo estaba en su cuello y sumando el calor del lugar... Necesitaba controlarse. Yang llevó las manos a la cintura para hablarle al oído.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora