Zichen

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Luego de casi dos horas, salieron de la clínica. Afortunadamente el minino estaría mejor, solo fue un pequeño susto. Un poco de cápsulas, un poco de cuidados y estaría mejor.

Estuvo a punto de llorar, de aventar todo e incluso ofender a las personas que le atendieron. Salió con su minino en brazos y entonces sintió frío. Apresuró los pasos hasta llegar al auto, dónde tomó su abrigo para tapar al minino. Escuchó que GuangYao abrió la otra puerta, la del conductor y antes de que pudiera darle las gracias, su amigo le interrumpió.

–¿Y? ¿Vamos a ir a ver a Xingchen?– preguntó casi emocionado.

–Uh, no – carraspeó porque tenía un nudo en la garganta – Hoy no. Tengo que pensarlo bien y saber que puedo decirle. No puedo llegar como idiota a su departamento y decir "¡Hola, Xiao Xingchen! Vine a arruinar tu día al pedirte perdón"– comentó mirando a la acera.

El día estaba gris. La temporada de lluvia se atrasó unas cuantas semanas, pero había llegado. Vió estrellar la primer gota contra el parabrisas.

–¿Porqué lo dejaste realmente?– cuestionó con intriga.

–No me sentía bien. Dejé que mis miedos e inseguridades hablaran por mí, dejé que me alejaran de él. Realmente él me quería, estuvo en mis peores momentos y pudo mirar lo bueno en mí. Ahora me siento un idiota por haberlo dejado; lo extraño – se encogió de hombros soltando un suspiro – Supongo que necesitaba esto ¿No? Alejarme de él – explicó.

–Puede que sí– escuchó el leve suspiro de MengYao – Pero también necesitas hablarlo con él, no pueden quedarse así – sugirió.

–En una semana lo buscaré – comentó.

–Dos días.

–¿Porqué?

–Entre más lo pienses menos vas a querer ir – le dijo. Y tenía mucha razón.

–Tres días – pidió. Solo tres días.

Pasando ese tiempo, se encontraba afuera del edificio de Xingchen, mirándolo más grande incluso ¿Siempre tuvo ese tamaño? Supuso que sí. Su gato mejoró, así que podía explicarle a el joven luna qué había sucedido y ofrecerle visitarlo si gustaba.

Antes de poder tocar el timbre se dió la vuelta para irse ¿Debería tocarlo? ¿Llamaría a Xingchen? Seguramente no contestaría, así que mejor tocar el timbre.

Lo hizo, varias veces. No hubo contestación. Esa era una señal divina para que no lo hiciera, para no buscarlo, tal vez. Estuvo a unos instantes de irse, hasta que una voz familiar le detuvo.

–¿Estás buscando a Xingchen?– preguntó desde un metro de distancia.
Era A-Qing, quién salió de aquél lugar con una caja en manos.

–¿A-Qing? ¿Qué haces aquí?– sabía lo estúpida que era aquella pregunta, obviamente eran amigos y ello explicaba su aparición por aquellos lares, pero quería saber el porqué de la caja en sus manos.

–Oh, escuché que alguien tocó distintas veces pero bajar por las escaleras y tantos pisos es cansado, por eso tardé en bajar – miró que su antiguo amigo se veía más confundido – ¡Ah! Te referías al lugar. Xiao Xingchen se mudó conmigo porque no quería vivir solo después de las vacaciones. Song Lan ya se graduó, de hecho festejamos hace unas semanas. Me encargó venir a tirar la basura – explicó sonriente.

–Así que ahora vives con él – fue lo único que pudo procesar.

–Sí– asintió rápidamente – bueno, ahora, justo hoy, no. Ayer se fue a sus montañas con Song Lan – agregó.

Bien, ahora tenía que procesarlo. ¿Se había ido para siempre? No, A-Qing dijo que solo por las vacaciones. Podía esperar a que volviera para hablar, sin embargo para entonces seguramente ya no tendría la valentía suficiente para decirle nada.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora