Willow

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Aunque hubiese preferido seguir durmiendo hasta el medio día, sin embargo, quiso acompañar a su novio a ser niñero. Niñero de la hija de Liu QingYang.

El sábado anterior había sido mejor que este. Descansando junto a Xue Yang porque la tarde del viernes fue intensa, demasiado. Así que el sábado estuvo lleno de series y películas junto con dulces, chucherías y demás.

Enredó en su cuello una bufanda, algo para evitar el frío que casi desaparecía. Aunque la primavera comenzó, el clima seguía frío. Una vez que estuvo listo, salió a la sala donde su novio ya le esperaba. Habían dejado todo listo, todo limpio para cuando volvieran.

Aquél departamento estaba cerca de ellos, así que fueron a pie.

–¿Mañana irás?– preguntó Xue Yang mientras le tomaba la mano; Xingchen asintió cortarmente a la vez que hizo una mueca.

–Me dijo que no va a estar presente, es mejor – se encogió de hombros.

–¿Extrañas a tu amigo?– aunque en parte eran celos, se interesaba en los sentimientos y emociones de su pequeña luna. No quería que estuviera mal, y aunque algo dentro de él le molestaba la presencia de Song Lan, sabía que era una persona importante en la vida de Xingchen.

–Un poco; es normal, supongo – concluyó sin cambiar su rostro.

No era un tema del que quisiera hablar. A pesar de todo, le conservaba un pequeño cariño a Zichen, como su amigo y hermano. Lo extrañaba, pero sabía que la razón eran los años que vivieron juntos, que habían crecido juntos.

Y sí, quería volver a ser su amigo, pero sabía que sería difícil, empezando desde los sentimientos de Zichen. No sabía desde cuándo estaba enamorado de él, o si siempre lo estuvo. Sería difícil porque ese tipo de sentimientos no se iban tan fácil; al menos en él no.

Xingchen no podría confiar tanto en él; se sentiría culpable de herir sus sentimientos al contarle las anécdotas en su relación.

Entre esos pensamientos, llegaron a la dirección, esa dónde una vez fue por él. Al entrar, se dió cuenta de lo lujoso que era. Obviamente no tenía que ser como su departamento de estudiante, pequeño, con algunas imperfecciones. O como el de Xue Yang, dónde una familia normal tendría algunos problemas con las habitaciones.

Este era el tipo de lugar donde uno querría vivir. Pero él no. Prefería un lugar pequeño dónde todo tuviera ese tono de amarillo claro, casi color crema, pero que no se viera frágil, cómo si al ligero toque pudiera quebrarse.

Aunque no quería admitirlo, quería tener una vida con Xue Yang, cumplir sus metas juntos, tener un lugar para ellos dos (aunque dónde vivían no era un mal lugar realmente).

Pero no en este edificio. No era de su gusto.

–¡Llegaron! Tengo que irme, vuelvo antes de las quince horas – se despidió QingYang después de abrirles la puerta.

Xingchen simplemente agitó su mano. Xue Yang se rió y jaló a su lunita adentro en busca de la pequeña. Resultó que estaba dentro de la cuna. Yang la cargó sin mucho esfuerzo, ya tenía experiencia en hacerlo.

–Veamos qué dejó tu mamá para darte de comer – pasó por la sala, dónde su novio seguía de pie – XingXing, siéntate – le dijo sonriente.

Obedeció. Se sentía pequeño en aquel departamento, cohibido por igual. Vió regresar a su novio con una pequeña maleta y la niña en sus brazos.

–¿Quieres ayudarme? Te enseñaré a darle de comer a un bebé, por si algún día tenemos el nuestro – Xingchen se sonrojó ante tales palabras.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora