Romance

376 90 68
                                    

El pequeño delincuente estaba nervioso. No podía creer lo que iba a hacer esa tarde. Había pintado casi toda su vida, sí. Pero pintar a la persona que quería... Eso era otra cosa. Algo innombrable para él.

Casi no durmió. Tomó con pretexto su pie, que ya estaba sano, solo quería poner un pretexto. En realidad, hacer un retrato y dárselo a su lunita, eso era ¿Amor?

No importaba. Le hacía feliz sentir eso, agregando que dedicar tiempo al joven que tanto quería le provocaba una alegría mayor, mucho mayor. Nunca había deseado hacer eso por nadie. Mordió su uña.

Limpió su habitación, movió sus muebles. Limpió la cocina, lavó los trastos sucios; aspiró la sala, acomodó los colchones. En realidad, puso más empeño del habitual. También, salió a comprar su lienzo, otras brochas y un tubo de pintura.

La ansiedad no se iba del cuerpo, así que prefirió pensar en la fiesta sorpresa que A-Qing le preparaba a su amigo Xingchen. Se lo dijo como invitación, agregando que "Song Lan también irá, no puedes esperar que Xingchen celebre su cumpleaños sin uno de sus amigos" y aunque tenía un poco de razón ¡Song Lan no quería a Xingchen como un simple amigo!

Por eso lo odiaba tanto. Al principio, solo quiso joderle la vida al saber que su amigo no era simplemente de él y que su círculo social se expandió agregando a un delincuente. Pero después, fue odio, o mejor dicho: coraje. Besó a su chico estando ebrio, eso no lo olvidaría. Además, era un completo idiota con él tratando a Xingchen como un niño o diciéndole palabras hirientes.

Pensando en todo ello, estaba evitando hablar con él mismo sobre el noviazgo que le iba a proponer a su chico. Sí, lo haría ese día, ya no quería esperar más.

Por eso estaba nervioso. Dibujar y pintar sabía, eso no lo atemorizaba. Dejó sus cosas en su habitación antes de buscar la ropa para pintar. Antes de que se pusiera el mandil, su Xingchen le llamó. Lo invitó a pasar.

Xingchen seguía temblando, pero ahora adentro del elevador. Cuando se detuvo en el piso que seleccionó, intento seguir valiente. Tocó la puerta débilmente, aunque fue suficiente para ser escuchado.

La puerta se abrió, dejando ver a un sonriente Xue Yang. Sintió algo escurrirse entre sus piernas; mirando hacia abajo, encontró un aura blanca y grande. Su pequeño ya no era tan pequeño. Lo tomó entre sus brazos para cargarlo y darle amor... También para molestar a Xue Yang.

–¿Cómo se ha portado mi loto?– le preguntó sin saludarlo.

–Ayer se comió mis fideos. Me descuidé un segundo y luego lo encontré ahí, en la mesa, metiendo su cara entera en mis fideos – se quejó divertido.

–Entonces se ha portado mal – lo bajó cuidadosamente – lo siento, pero la comida de papá se respeta.

–Ahora sí me recuerdas – murmuró con voz ronca mientras lo tomaba por la cintura.

Xingchen sonrió avergonzado, antes de bajar su mochila (sin quitar las lindas manos de su cintura) para sacar tres paquetes de dulces. Porqué sí, hizo demasiados.

–¡Me estás jodiendo! El que va cumplir años eres tú – recordó como si no lo supiera. El niño que escondía dentro de su ser, salió al ver tal obsequio.

Y no era solo una bolsa ¡Eran tres! ¡Con decoración de gatitos!

–Quería hacerte un regalo también ¿Se vale, no?– se encogió de hombros.

Xue Yang lo jaló hacia él, haciendo que se agachara. Le dió un beso tan largo y profundo que se sintió mareado. Amaba esos labios. Era adicto a él. Luego se alejaron, cuando el gato rasguñó a Xingchen en busca de atención. Los labios de ambos estaban más rojos de lo habitual.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora