Venerable

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El atardecer se acercaba velozmente.

Después de una ducha refrescante, se tomó el tiempo de vestirse con un par de prendas normales, sin levantar ninguna sospecha. Aunque el saber de Song Lan le había desanimado un poco, no quería que le arruinara la tarde.

Se preparó mientras su novio tomaba una ducha.

Resultó que se sintió como en casa viviendo ahí. Tenía conocimiento del lugar, por ejemplo, si escondía algo debajo del colchón podría sacarlo rápidamente en cierto ángulo.

Aquél pequeño frasco yacía en sus manos, lo miraba expectante, ansioso. Eso hasta que Xue Yang salió del baño. Lo guardó en un bolsillo que tenía su pantalón.

–¿Qué quieres hacer hoy? Podemos avanzar nuestras tareas y mañana ir al cine ¿Qué dices?– Sugirió Xue Yang mientras se vestía.

–Quiero relajarme hoy y recompensarte – ante lo último, Yang comenzó a reír suavemente.

–Lo hice por ti, en serio, no tienes que darme nada por ayudarte – se acercó para acostarse en el colchón.

Xingchen sonrió complacido al ver que Xue Yang se vistió con ropa holgada, ropa que fácilmente saldría con unos simples movimientos. Se recostó en sus piernas, le miró cara a cara, sonriendo travieso. Xue Yang no le prestó atención ya que aunque le veía, estaba buscando la página en un libro inconcluso. Encontró el capítulo, empezó la lectura mientras Xingchen se removía en su regazo tal como lo haría su minino.

Comenzó a reírse en cuanto llegó a su cuello y le picó con el cabello que recién había recortado. Tomó en un puño su pelo para jalarlo hacia atrás sin presionar demasiado. Pero la reacción de Xingchen le sorprendió: tenía una sonrisa casi ebria.

Aunque Xingchen tenía ganas de inhalar el aroma del pequeño frasco, resistió. Sin embargo, el movimiento que hizo su novio le prendió aquel botón de lujuria. Su chico le miró con la mirada perdida en pensamientos impuros, en escenarios que quería recrear. Lo soltó suavemente para volver a la lectura.

Notó que su lunita abrió el pequeño frasco que Wei Wuxian le había dado a Xingchen, insertando una pequeña espina de curiosidad. Antes de que preguntara, Xingchen comenzó a explicar:

–Es un aromatizante, relaja y ayuda a meditar, además de que el olor es delicioso, mira – acercó el frasco aún tapado a sus fosas nasales; aunque inhaló no encontró ningún aroma particular, por lo que su novio lo abrió y volvió acercar aquel contenido... Se sintió diferente.

El frasco volvió a cerrarse, así que continuó con su lectura. Esa segunda vez percibió un n aroma particular, potente, sin embargo no le prestó la suficiente atención, lo dejó pasar.

Hasta que su cuerpo comenzó a sentirse caliente, ansioso, con necesidad de algo o mejor dicho de alguien especialmente. Movió su pierna intentando calmar su ansiedad, su necesidad. Levantó la mirada para encontrarse con Xingchen quién estaba sonriendo como un niño que hizo una travesura.

–Xiao Xingchen ¿Qué me diste a oler?– preguntó serio pero su voz flaqueó.

–Nada en especial – pero la sonrisa seguía en su rostro.

Entonces notó que la mirada de Xingchen se detuvo en su entrepierna. Estaba listo para cualquier tipo de actividad sexual.

–Tienes un problema grande ahí abajo – mencionó, como si no fuese conciente de su propio cuerpo.

–Xiao Xingchen, por última vez ¿Qué es eso?– mandó el libro a la mierda, en verdad quería respuestas.

Su pequeña e inocente luna abrió el frasco de nuevo, solo que esta vez él lo inhaló. Lo cerró, llevó el frasco al suelo y se sentó en posición de loto, recto, casi serio. Lo miró fijamente antes de contestar.

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