Jelaous

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Después de aquella conversación el ambiente se aligeró. Eso no quitó el trago de vinagre, que seguía bebiendo, pero al menos la intensidad bajó. Afortunadamente nadie notó que tardaron un poco más.

A-Qing se sentó con el par de amigos, dejando solos a GuangYao y Xue Yang. Esperaban su comida con paciencia. Se sentaron frente a frente.

–Creo que es momento de que los presente, bien – habló Xiao Xingchen, aclarando su garganta – Xue Yang, él es mi mejor amigo, Song Lan, Zichen de cariño (porque es su segundo nombre); y Zichen, él es Xue Yang mi... Amigo – sonrió.

–Mucho gusto – se dijeron. Ambos sabían que no era verdad.

–¿Y cómo te va en la biblioteca?– Song Lan cuestionó con interés, intentando comenzar una conversación.

–Creo que bien – contestó cortarmente, agradeciendo que la mesera llegó con la comida de cada uno. Tres de ellos pidieron limonada, Song Lan pidió soda al igual que A-Qing.

–¿A qué te dedicas? – preguntó GuangYao evitando los silencios incómodos.

–Estudio arquitectura, me faltan pocos semestres para terminar – comentó antes de morder la hamburguesa.

–Oh, por eso tan cercano al señor Lan Qiren– concluyó – Siempre me lo pregunté, creí que estudiabas medicina o derecho por tu cercanía con Xichen – le dijo sonriente.

–Desde pequeño me apasioné por construir edificios y casas – bebió algo de soda – Y también me intriga tu cercanía con Lan Xichen – ChengMei levantó la mirada de la comida, intentando procesar lo que dijo.

–Zichen, se prudente por favor – pidió Xingchen, sereno, sabiendo que aquella pregunta no había sido hecha con las mejores intenciones.

Xue Yang le sonrió solo a él, luego miró a Song Zichen con ganas de matarlo. Sus comentarios tenían la intención de hacerlo sentir celoso, porque según Song Lan ellos dos eran pareja. Ingenuo.

A-Qing simplemente los miraba confundida ¿Qué tipo de juego estaban llevando? Los hombres eran muy raros.

–Está bien – contestó GuangYao un poco incómodo – Dijiste que desde pequeño te gusta ello ¿Hay algo más que te guste? – Song Lan quería saber más de ellos, investigarlos; pero no esperaba que GuangYao también quería saber más de él para... Tener cuidado.

–No, creo que no – carraspeó y tragó un bocado.

–Una vez construimos una casita para los dos – dijo Xingchen después de beber limonada – Bueno, él la hizo, porque mi brazo estaba roto – se rió de él mismo.

–Uh, esa casita sigue ahí. Ojalá tuviésemos el mismo tamaño para entrar – continuó Zichen, riendo también.

A-Qing les miró con ternura: tener historias así de lindas era casi un sueño. Hasta parecía romántico, tal vez.

Xue Yang lo notó.

Notó la naturalidad en las risas, la tenura en los ojos de su amiga, la dulzura de Xingchen. Tragó amargo antes de beber de su limonada. Y nada cambió dentro de él. Le dolía la boca del estómago, su estómago se revolvió. Su garganta se hizo un nudo, pero lo ignoró. Si comía más es nudo de iría, sí.

A-Yang ¿No es la pulsera que te prestó?– MenYao intervino dándose cuenta. Le agradeció, y más por el detalle que significaba esa pequeña cadena con una luna.

Él era su calabaza.

–Sí – contestó tranquilizado – ¿Te gustan los astros?– la pregunta fue al dueño del accesorio. Xingchen asintió antes de hablar.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora