Luna

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Abrió con tranquilidad una pequeña lata de soda. Hacia frío, pero eso no quitaba el hecho de que tuviera antojo de una soda fría. Estaba tranquilo, bajo la sombra de un árbol. El mismo árbol donde una semana atrás se había encontrado con Xingchen. Escuchó un par de pasos por el césped, por lo que volteó a la dirección de dónde creyó que venían.

Una joven con trenzas semi despeinadas se sentó frente a él. A-Qing.

Se levantó en ese instante, sin dejar de beber su soda. Era un buen día como para que esa pequeña le arruinara su paz. Sintió que una mano lo jaló, obligándolo a voltear.

–¿Qué?– preguntó molesto.

–¿Por cuánto tiempo me vas a ignorar?– dijo hastiada.

–Por el tiempo que me sea posible – siguió caminando, sintiendo una sombra detrás de él.

–No fue mi culpa – le dijo molesta.

–¿No? Dime ¿Quién lo invitó?– siguió bebiendo mientras caminaba.

La chica se quedó callada. Ella le había dado el alcohol, ella lo invitó, ella le dijo a Song Lan que debía de ser sincero con sus sentimientos, pero no de esa forma. A-Qing quería que Xingchen le dijera la verdad para que no sufriera después; pero solo lo besó, solo hizo eso sin decir más.

–Yo no le dije que lo besara– refutó.

–¿Entonces qué le dijiste?– la chica se quedó callada, dando a entender que sí había dicho algo – Eso creí.

Terminó su soda, ahora disgustado. Tiró la lata en un basurero cercano. Llegó hasta la calle con la chica detrás de él, y un auto se detuvo frente a él.

–Hola, busco un chico fumador ¿No lo conoces? – la mujer del cine, como A-Qing la llamó, estaba en ese auto.

–Conozco muchos, mejor búscalo por su nombre – Xue Yang  le guiñó un ojo, intentando coquetear a manera de broma.

–Si sigues ignorandome le diré a Xingchen que te fuiste con una chica – el chico ya estaba en el auto, en el auto del copiloto.

–Pues dile – contestó sonriendo de lado y el auto arrancó.

Unos metros después, la mujer se atrevió a hablar.

–¿"Le diré a Xingchen que te fuiste con una chica"?¿Volviste con él?– cuestionó con tranquilidad.

–Algo así– se encogió de hombros.

–¿Lo perdonaste tan fácil?– volvió a preguntar, incrédula.

–Más o menos – suspiró – me dijo que su amigo fue quien lo besó – no la miró, no quería saber que le iba a decir.

–¿Te acostaste con él?– le miró intrigada.

–Después de hablar; primero me buscó, hablamos, volvimos a hablar y sucedió – explicó – No estoy con él solo por follar, no es cómo crees – comentó alterado.

–De acuerdo, me apresure a pensar que sí – admitió – Solo que me sorprende que rápido lo perdonaste, debido a como te encontré ese día – concluyó amable.

Era un cúmulo de llanto y tristeza. Eso ninguno de los dos lo olvidaba.

–Lo perdoné porque lo quiero y, no creo que me mienta – contestó.

Era verdad, aunque aún tenía un poco de inseguridades en él. Recibió una mirada comprensiva de la chica. Aquél día sería niñero de la pequeña MianMian (quién iba en el asiento trasero) a falta de la niñera de siempre y el padre estaba ocupado aquella tarde. Solo pasaría por su gato, comida y algún abrigo; en la noche saldría con su chico al cine para tener otra cita.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora