Obsequio

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La mano de Xiao Xingchen se apretó a la de Xue Yang. Se veía bastante emocionado, pero calmado al mismo tiempo.

–Este lugar es muy bonito, no sé porqué no vine antes – comentó sonriente, volteando a ver a su chico.

A-Qing estaba tomada de su brazo, pero se sentía tan ligero, y tan enamorado. Estaba seguro de que quería un poco más a Xue Yang, tal vez, de verdad lo amaba. Se sentía loco al sentir ello, más que nada por como se dió todo.

–Bueno, ahora estás aquí – el chico no se quejó por el apretón.

Le alegraba tanto que su Xingchen lo estuviese disfrutando. Las vacaciones las estaba aprovechando para convivir con él, para pensar en cómo formalizar su relación. Estaba un tanto ansioso, más que nada por no parecer un idiota o cometer un error.

Sabía que Xiao Xingchen lo quería, lo demostraba cuando le daba dulces, cuando le daba besos tiernos o con los postres con demasiada azúcar para que le gustara. Solo que no sabía si querría estar con él, como su pareja. Como su novio.

Pensó que tal vez, era un buen momento para pedirle formalizar, para plantear la situación ¿No? Lo intentaría al final de la velada, si en algún momento aquella mocosa los dejaba solos.

Xiao Xingchen estaba fascinado. Nunca imaginó amar tanto a los astros, literalmente, a los planetas. Aparte de los telescopios, había fotografías, maquetas, y explicaciones sobre las galaxias, los planetas y el sistema solar. Parecía un niño en dulcería. Un Xue Yang en dulcería.

No había mucha gente por distintas cosas, entre ellas la hora y ubicación. Cerraban en casi una hora, así que debería apresurarse para enseñarle lo que quería. A-Qing y Xingchen se quedaban mirando con atención los diagramas y fotografías bien hechas. Un guía se acercó a ellos, dándoles algunos folletos y llevándolos por el lugar.

Xue Yang y Xiao Xingchen tomados de las manos, sin importarles los demás. Había muchas cosas que ver, Xingchen se dedicaba a verlas, comprenderlas y apreciarlas; Xue Yang hacia eso, pero con Xingchen.

Xingchen amaba el espacio, los planetas, las galaxias y todo lo que tuviera que ver con el universo, sin embargo nunca se planteó ser un astronauta o cualquier cosa parecida.

Así como amaba al universo, también amaba a los niños, y a los dientes. Se enfocó en ser un dentista, más que nada por una mala experiencia. Él quería ser la diferencia, quería que los niños regresaran felices a sus revisiones bucales, sin temor a la persona que les atendía. Además que quien fuera su esposo no tendría que gastar en un servicio como ese.

También sus seres queridos, incluyendo a su mamá, quién había estado comunicándose con él últimamente. Eso no le olía nada bien, teniendo en cuenta que Song Lan estaba cerca de ella. Prefirió no pensar en ello, y solo enfocarse en lo bueno de sus vacaciones. Por lo menos, estaba lejos de "casa", así que se sentía menos estresado.

Mientras las mentes de Xingchen y Xue Yang pensaban en todo ello, sus cuerpos habían llegado a la parte de arriba, dónde se encontraban los telescopios y un mirador a la ciudad.

Los tres, encandilados con la vista, se detuvieron a observar.

Las estrellas acompañaban a las luces de la ciudad. La luna comenzó a asomarse para decorar el cielo, resaltando entre la multitud de luces. El cielo se encontraba despejado, indicando que la nieve estaba por irse, y dando la oportunidad de observar las constelaciones. Xiao Xingchen no podía sentirse mejor.

Encontró tanta paz en aquel paisaje. Parecía que todas aquellas linternas pegadas al cielo bajaban a darle un abrazo, quitándole las penas, los sufrimientos y el estrés. Por un momento, no quiso moverse más. Creyó que si se quedaba unos minutos así, sería absorbido por aquel lienzo oscuro gigante. Lejos de ser aterrador,  le pareció tranquilizante pensar que podría ser un astro, una estrella brillante, alejada de lo mundano.

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