Caramelos

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Xiao Xingchen se miró en el espejo. No le agradó del todo su aspecto y tal vez debía cambiarse por algo mejor. Podía peinar su pelo... No, no haría eso. ¿Cambiar de pantalones? ¿El abrigo? Nunca le había importado tal cosa, pero no sabía cómo vestirse para ir al teatro.

Faltaba alrededor de veinte minutos para que Xue Yang llegara. Se vistió con un polo negro y pantalones del mismo color solo porque aquel chico le dijo que se veía sexy con ello. Un ligero piquete de vergüenza le llegó ¿Haría eso solo por gustarle más?

Sonrió a la nada, llevando una mano a donde le dejaba la marca de los colmillos afilados que tenía en su dentadura. Tal vez estaba mal, tal vez no era propio de alguien "respetable" pero le gustaba el hecho de saber que esa marca representaba que habían estado juntos, que de cierta manera, se pertenecían.

No tenía mucho que su amigo se había retirado del departamento. Tenía la esperanza de llegar antes que él, para poder fingir que su salida había sido inocente con Wei Wuxian.

Le vino a la mente la bolsa que esa tarde compró. Fue por ella y la metió a la bolsa del abrigo para no olvidarla, al igual que su cartera. Sintió a su  teléfono vibrar:

"Estoy abajo". Llegó antes de la hora establecida, eso hablaba de su puntualidad. Una sonrisa boba apareció en su rostro e intentó borrarla. Sin embargo, esta no desapareció. Suspiró.

No quería verse muy apresurado, así que revisó que todo estuviera en orden y no olvidara sus llaves. Estaba nervioso pero ¿porqué? ¿Eso se consideraba una cita? Tragó seco, no pensaría en ello, mejor.

Bajó con calma, ocultando sus ganas de ver al chico. Además de verlo, estaba algo... necesitado. Cuando llegó a la entrada pudo notar una figura negra que estaba por prender un cigarro. Abrió la puerta y paró en seco: era Xue Yang.

Se veía demasiado atractivo, pero más de lo que antes le había visto. Recortó su cabello, lo peinó. Se vistió con un pantalón formal, una camisa negra y un abrigo gris. Además, recargado en un auto, en la forma que cruzaba los pies, se veía aún mejor. Estaba cautivado.

Se ajustó los lentes y lamió sus labios, inconsciente. Sí, no se iba a conformar con una noche de teatro.

–¡Oh! Xingchen, te ves tan apuesto – se acercó a él. El tono que usó le hizo caer en cuenta que no era el único cautivado, además de que le comió con la mirada, por decirlo de una manera decente. Su voz lo sacó sus pensamientos.

Xue Yang de verdad estaba cautivado, encantado. El cabello de la joven luna estaba ligeramente húmedo, peinándose solo. No le quería decir que se veía terriblemente sexy de negro ya que en verdad quería ir al teatro y decir algo así era provocar que ambos terminaran jadeando, completamente sudados, en una habitación.

–Y tú te ves tan...– buscó un adjetivo que le describiera – guapo – completó con un suspiro, uno que le hizo sonrojarse al instante.

Calma Xiao Xingchen!" Se gritó internamente.

–Bueno, es que es el teatro y quería verme más presentable– se excusó sin querer explicar que sus únicos amigos le hicieron vestir – no digo que tú no vayas presentable – quiso golpearse, ese día la torpeza le estaba siguiendo.

–Tranquilo, sí entendí - le sonrió tratando de calmarlo. Le devolvió la sonrisa y agitó un poco la cabeza.

–¿Nos vamos?– su voz estaba temblorosa. Quiso golpearse por ello, de nuevo.

-Sí, vámonos- tomó su brazo con entusiasmo

–Mn, iremos en el auto– señaló el lugar en el que estaba recargado – es de GuangYao, me lo prestó por esta noche– explicó al ver el gesto de confusión del chico.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora