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–Me hice un tatuaje– soltó de repente mientras cruzaba los brazos en su pecho y recargaba su espalda en el coche atrás de él.

–¡No! ¿En serio?– GuangYao contestó con ironía. Ante esto, Xue Yang giró los ojos con hastío, incluso escuchó la risa del otro – Lo ví cuando te lo hiciste, cuando me avisaste del departamento – explicó recuperando su cordura.

–Me viste desnudo, que desvergonzado eres Jin GuangYao, ya te pareces a tu padre – le regresó la molesta broma.

Recibió un golpe cerca de la boca del estómago, que más que dolor le causó risa. Acarició el músculo golpeado sin calmar sus carcajadas pequeñas. Hacía frío, pensó mientras levantaba ligeramente el abrigo largo y pesado que vestía.

Afuera del tribunal, esperaba al demandante y a su abogado. Nie MingJue lo iba a representar. Por voz del propio GuangYao, era excelente con la defensa, así como era de intimidante. Confió en aquellas palabras.

–¿Y porqué te tatuaste algo tan tierno, ah? ¿Sabes que si te encarcelan se van a burlar de ti?– replicó el más bajo mientras bebía un poco de café.

–O me van adorar por tal arte – escuchó la risa divertida del otro – La luna es Xingchen, el gato es loto blanco. Estaba ebrio y con unas manos muy hábiles para dibujar – explicó compartiendo la sonrisa ajena.

MengYao asintió entendiendo. Pero no dejó de burlarse. No por el significado, sino por los chistes constantes que a ambos se les ocurrían.

Hacia mucho que no lo escuchaba con buen humor. Había ido muy seguido a terapia, e incluso le pidió que le acompañara a la primera sesión. Tuvo que sacrificar algunos día siendo niñero, otros días de biblioteca. Pero mejoró notablemente. Ya no lloraba tan seguido, el alcohol era casi inexistente en su vida. Los cigarrillos seguían ahí, al parecer era lo único que se quedaría ahí para siempre.

Pasó cerca de un mes y medio desde que terminó de mudarse. Durante ese periodo sucedieron distintas cosas, como aquella cita frente a un juez. Ambos creyeron que tal vez Su She desistiría, pero no lo hizo. No era el primer juicio al que se enfrentarían, ya habían pasado por algo similar siendo niños.

Un auto gris se detuvo detrás de ellos. De aquél auto salió Song Lan con un tímido acompañante.

–¿Qué hace Wen Ning con Song Lan?– cuestionó el Jin presente.

–No lo sé, al parecer son muy cercanos – dió como respuesta Xue Yang. Él los había visto junto a Xiao Xingchen, aunque también estaba presente la hermana mayor del joven Wen.

Los tres (GuangYao, Xue Yang y Zichen) hablaron sobre aquel día. Se presentaría como un testigo firme de los golpes y nariz chueca de Xue Yang. Pero, prefirieron ocultarlo de Xiao Xingchen. Él se encontraba lo suficientemente estresado con la escuela, además de que después de aquella borrachera Xue Yang no se sentía listo para verlo, menos en un tribunal.

Song Lan era consiente de que no quería ensuciar la reputación de Xingchen, pero también se encontraba molesto por ello. Sabía que Xiao Xingchen había pasado por cosas similares en su pueblo, así que le importaría poco. Intentó persuadir a Xue Yang, entre más testigos más probabilidades de que saliera sin cargo alguno, pero no accedió.

Y Song Zichen no quería ir solo aquél día, así que le pidió a Wen Ning que le acompañara. Lan Xichen estaría ocupado, Wen Qing también.

Así que ahí se encontraron, los cuatro frente a frente. El buen humor de Xue Yang disminuyó un poco. Faltaba poco para tener que entrar, y en ese momento apareció el mayor de los Nie.

Para la mala fortuna de todos, Su She llegó sano y salvo. Ningún conductor fue lo suficientemente valiente para atropellarlo o chocar con él.

Entraron. Xue Yang comenzó a sentirse intimidado y ansioso, incómodo ante la ropa que tenía puesta. Una camisa blanca y un pantalón formal fue lo que sugirieron para verse más "decente". Sin embargo, la sonrisa en su rostro (que era para protegerse) le hacía ver cómo un maldito.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora