Juntos

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Mordió a labio para guardar silencio. Debería de hacer el ruido que quisiera, de cualquier forma estaba en su departamento, pero tenía miedo de que Zichen le encontrara en esa situación.

Estaba saltando encima de Xue Yang, llevando el miembro claramente húmedo a su interior, cada vez más profundo, más ansioso, más placentero, abriéndose más y más. Quería estar lleno; amaba que Xue Yang lo llenara. El sonido de la cama chirriante igualaba el sonido de sus húmedas pieles chocando. Los líquidos lubricantes que ambos producían mancharon en gotas la sábanas blancas de Xingchen.

Sus brazos descansaban en el cuello, alrededor, sin fuerzas realmente. Sus piernas se enrrollaron en la cadera de Xue Yang, de tal forma en que ambos parecían estar sentados. El miembro duro de Xingchen rozaba con el estómago cubierto con tela de su chico, provocando el doble de estimulación.

En lo único que podía pensar era en lo bien que se sentía estar ahí, mientras su chico le llenaba el cuello de besos, mordiendo ocasionalmente. Dejó algunas marcas en su clavícula, cosa que no le importaba demasiado.

Pronto, sintió los labios ajenos subiendo del cuello al oído, susurrando cosas inentedibles.

–¿Porqué no haces ruido?– cuestionó con voz entrecortada – Abre la boca – dió como orden, una orden sin mucha autoridad.

Negó con la cabeza; aún cuando su boca estaba sellada se lograba escuchar sus gemidos de placer.

–Te encanta abrir la boca para mí – comentó lascivo, lamiendo esa zona ahora de color rojizo.

Xingchen sonrió por unos segundos, antes de volver a concentrarse en no hacer más ruido; sin embargo contestó.

–Guarda silencio y continúa – sabía a lo que se refería.

Siguió montándolo sin piedad alguna, el cansancio se adueñó de sus piernas y el orgasmo lo sentía aproximarse en la boca del estómago.

Xue Yang jaló su pelo con firmeza, despegandolo, poniendo sus rostros frente a frente. Disfrutó de la mirada semi perdida, de los ojos semi llorosos, del rostro rojo por esfuerzo, de las gotas de sudor que se formaron en su frente. Se acercó tanto a sus labios, como si quisiera besarlo. Luego abrió la boca, sacó su lengua y lamió los labios rosados solo con la punta.

Xingchen gimió más fuerte, pero no abrió los labios.

Estaba semidesnudo, solo vestía una camisa de botones que tenía tres sujetados mostrando la piel blanca llena de marcas. Xue Yang traía puesto su pantalón, bajado hasta los muslos; la tela estaba rozando los del joven luna. Por un momento se les olvidó todo ello.

La sensación del clímax se sintió más intenso, por lo que no quiso detenerse más. Dejó de morder su labio para dejar salir todo, aún cuando manchara la camisa del otro. Comenzó a gemir dejando llevarse por el placer, sin importar el sonido o si su amigo llegaba.

El torrente estaba por salir pero un par de dedos lo detuvieron, tomando la punta de su miembro y sujetando delicadamente, obstruyendo la salida. Se sintió molesto; solo quería terminar.

–Jodete – le dijo con hastío, con la respiración agitada.

–¿Quién te enseñó ese vocabulario, hm? No seas grosero lunita, o tendré que darte tu castigo – soltó una nalgada, causando un gemido gustoso.

–Jodete – acercó sus labios a los A-Yang, besándolo, siendo correspondido unos segundos después. Luego, otra nalgada.

Ahí estaba, teniendo sexo antes de salir con su amigo, con su chico y con GuangYao. Y si los padres de la chica accedían, también iría A-Qing.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora