Delicado

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Una luz molesta llegó a sus ojos. Ya estaba despierto, le molestó el hecho. Un fuerte dolor envolvió toda la cabeza. Se quejó; moviéndose debajo de las cobijas volteó su espalda para que la luz no le molestara.

Tenía hambre, pero se sentía enfermo. ¿Qué día era? ¿Tenía que ir a la escuela? No, era sábado. Una noticia buena. Si era sábado... El día anterior salió con Xue Yang al teatro, oh sí. La amnesia se estaba esfumando.

Después fueron por GuangYao y se embriagó. Oh, por eso el dolor de cabeza.

Pero también... Zichen les había visto.
¡ZICHEN LES HABÍA VISTO! Bueno, aún podía decir que Xue Yang era parte del mismo círculo social de Wei Ying ¿no?

–¿Estás despierto?– escuchó la voz de su amigo. Espero unos segundos para darse la vuelta, fingiendo que le despertó.

Al instante recordó las mordidas en su cuello que intentó cubrir con la sábana.

–Hola– carraspeo para quitar la voz ronca. La cabeza le zumbaba.

–¿Tienes hambre?– preguntó con interés y preocupación.

–Sí– contestó y acarició su cabeza ya que al moverse se sintió más pesada –auch– se quejó.

–El desayuno está listo, vístete y vienes – comentó y se levantó. Estaba de mal humor.

Afortunadamente lo dejó solo, así se pudo quitar la pijama y poner algo que cubriera su cuello. Volvió a ponerse el mismo cuello de tortuga que usó la noche anterior. Olía a Xue Yang y alcohol.

Caminó hasta la mesa, después se daría una ducha. Olvidó sus lentes, así que además del dolor de cabeza, veía borroso. Se sentó aún sin sentirse completamente despierto.

Un plato con hotcakes apareció enfrente, con miel y un par de frutas. A un lado había una taza de café y una pastilla efervescente cayó.

–Es una combinación peligrosa – se quejó el futuro dentista.

–Si bueno, deja de lado tu "yo" médico y bebe, es para la resaca– así como me dejaste de lado, quiso agregar.

Lo tomó todo apresuradamente. Usualmente, compraba suero para deportistas para quitarse la resaca, pero si eso funcionaba más rápido, lo iba a beber. Se concentró en alimentarse hasta sentirse mejor. Mordisqueó las frutas, sin saborearlas y las tragó; después el delgado pan. Así continuó sin darse cuenta de lo malhumorado que estaba su amigo.

Una vez que se sintió más despierto, prestó atención a los pequeños detalles: traía puesta la pulsera de la luna. Cuando cayó en cuenta, volteó a ver a su amigo, quien apenas y tocó sus panqueques.

–¿Zichen, estás bien?– su voz salió débil y preocupada.

–Mn, sí ¿Cómo te fue ayer?– rebanó un pedazo de su porción. Lo iba a hacer caer en su trampa.

–Bien, Wei Ying vino por mí y después fuimos al bar donde nos encontramos con Xue Yang– hizo una pequeña historia en pocos segundos. Debió ser escritor.

–Que extraño, me encontré con él en la fiesta– Xingchen casi se ahogaba con su bocado. Buscó café pero ya no tenía nada, por lo que su amigo sirvió más en su taza.

Lo bebió con calma ¿Qué le diría?

–¿Sí sabes que no tienes porqué ocultarme cosas, verdad?– respondió asintiendo –¿Entonces porqué lo haces? Soy tu amigo y te voy apoyar con todo, hasta para matar – bromeó intentando que la tensión se disolviera.

Además, su amigo estaba demasiado nervioso.

–No sabía cómo lo tomarías– admitió metiendo otro bocado.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora