Muñeco

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Su conciencia volvió de poco en poco. Sintió algo cálido y suave en su nuca, deslizándose despacio. Abrió los ojos, acostumbrándose a la luz, sintiendo los músculos cansados. La sensación tan buena que le dejaba el sexo.

–Buenos días– escuchó en su oído y luego de eso, un beso – Está nevando, Xingchen – avisó.

Estaba semi desnudo, con el cuerpo cubierto con una sábana y los cálidos, fornidos y firmes brazos de Xue Yang. Con que eso era, por eso tenía frío en los pies. Reaccionó minutos después, dándose cuenta de que la primera nevada del invierno estaba cayendo. Se levantó alegre, quitando los brazos que lo acurrucaron.

Sintió el piso frío, empeorando su estado, pero quería comprobar que era cierto. Se acercó a la ventana, hizo a un lado la cortina y pudo ver las calles blancas. Regresó a la cama lo más rápido que pudo, tomó a Xue Yang por la cintura para abrazarlo.

–Buenos días ¿Cómo amaneciste?– Xue Yang rió extrañado, pero no negó lás caricias.

–Muy bien, ahora estoy mejor – admitió al ver el sueño aún impregnado pero los ojos abiertos del joven luna – ¿Porqué de tan buen humor?– cuestionó con dulzura.

–¡Oficialmente es invierno!– exclamó – me encanta el invierno y la nieve – se encogió de hombros avergonzado por su actitud infantil.

En parte era verdad. Le recordaba su hogar, dónde cada invierno se deslizaba en un trineo por las pendientes de las pequeñas montañas junto con su mamá, Zichen y la familia de su amigo. Había recuerdos felices, momentos de alegría, pero también estaban los recuerdos que algunas veces aparecían y se quedaban por semanas.

Recuerdos de un pequeño Xingchen comiendo dulces de primavera preguntando por su padre, recuerdos de un Xingchen diciéndole a su amigo lo mucho que le gustaba desde hacía un buen tiempo solo para recibir un "lo siento, no puedo corresponderte" para después llorar con chocolate caliente en su habitación mientras se preguntaba desde cuándo se había ilusionado tanto.

Un chico regresando a casa después de encontrar a su novio con alguien más mientras él compraba un postre; un chico destrozado pero firme reclamando el trato tan frío a su supuesto novio, recibiendo un "eso lo hubieras pensado antes de besarme", terminar dándole una cachetada y decirle que jamás lo volvería a ver. Un Xingchen que recibió amenazas por ser gay.

Eso también era el invierno para él.

Así que ahora estaba feliz porque Xue Yang le estaba dando un beso en la frente. Lo vió levantarse, ponerse las pantuflas y un suéter por el frío, antes de extenderle ropa cálida para que también se cubriera.

–¿Quieres salir a hacer muñecos de nieve?– ofreció el chico mientras se ponía el guante de cuero.

–Sí, claro que sí – aceptó de inmediato mientras seguía vistiendose.

–Tendrás que enseñarme, nunca he hecho uno – se burló de sí mismo – Iré a hacer el desayuno, no huyas – eso salió como amenaza, pero era juego.

Xingchen se rió del tono. Se levantó para ordenar la cama, aunque no le costó mucho. Las sábanas estaban tan desordenadas que solo tuvo que jalar poco para quitarlas completamente. Sacudió un poco, puso la sábana inferior, y cuando intentó poner la otra su gato ya estaba ahí. Lo levantó, lo acomodó en sus brazos e intentó continuar.

El no tan pequeño Loto blanco había crecido considerablemente. Ya no era el diminuto gato que maullaba atrapado en los arbustos, ahora era un gato semi adolescente que había comido lo suficiente para crecer a ese tamaño. Pero lo adoraba. Le hacía feliz tener a un minino aunque fuese por pocas horas a la semana.

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora