• CAPÌTULO 16 •

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Karol Sevilla

Comenzando mal mi día. Es la última hora que tengo en la universidad y no puedo parar de ver aquel trasero redondeo de Derek.
Hay tantas cosas que me encantan de mi maestro, pero creo que la única que odio es la que me vea como estúpida.
No le he devuelto el dinero, pero tengo planeado hacerlo ahorita o de plano dejárselo en su maletín sin que se dé cuenta.

Liam está justo a mi lado y ya no sé cómo actuar con él ahora que ya sé que él siempre ha sabido.
Veo a una maestra entrar y me enfoco en todo lo que hace... le tocó el brazo y le sonrió. ¡No! ¡No quiero ver esto!

—Vas a romper el lápiz. —Me susurra Liam y veo que es verdad—La señorita de leyes es muy bonita.

—¿Qué mierda hace una maestra de leyes en el salón de comercio? Es absurdo, ella es absurda, mejor dicho los dos son absurdos.

—Se ve que le coquetea.

—No me digas lo que es obvio, Liam.

Fulmino a Derek a más no poder y sé que ha sentido mi mirada sobre él pues me ha mirado por dos segundos y ha tomado su distancia con la maestra.
No es que sea celosa, pero ahora ya no sé ni lo que siento por mi maestro.
Tal vez odio, tal vez rencor, tal vez le quiero clavar el lápiz en su cuello pero también sé que quiero abrazarlo, besarlo y dejarlo que me folle.

La clase ya está por terminar y lo único que quiero es salir corriendo de aquí.
La maldita maestra de leyes se ha ido y hasta me dolió la cabeza por tanto enojo que hice.

Faltan tan sólo minutos y estamos anotando algo que Derek puso en el proyector.

—Buenas tardes profesor. —Todos dirigen la mirada a la puerta para ver a un señor bien vestido.

—Buenas tardes, ¿Se le ofrece algo?

—¿La señorita Sevilla?—Todos dirigen la mirada a mi—Me mandaron a darle un encargo. —Entonces, mi corazón se detiene cuando veo que es un arreglo de tal vez unas doscientas rosas rojas decoradas con papel negro.

Como era de esperarse, los estúpidos de mis compañeros comenzaron a hacerme bulla, y Liam no se quedó atrás.

Me pongo de pie y admito que es una sorpresa muy bonita, siempre me han gustado las rosas rojas.
Firmo unos papeles que me entregó y puedo sentir la mirada de todos pero en especial la de Derek.

—¿Quién las manda?

—Lo dice en la nota. —las dejo en el suelo y mi corazón se acelera.

Princesa.
En lo personal yo no soy de cursilerías así como tú tampoco lo eres. Pero espero que te gusten estas flores, de todo corazón. Yo quería darte más porque tú te mereces todas las del mundo, pero la florería sólo me ofrecía esas si quería que te las llevasen a la universidad.
Perdona si no sé hacer cartas. De hecho, aquí está el idiota de Simón dictándome las cosas que te debo de decir pero no creo que te guste: "Amo los árboles, porque los árboles reflejan el verde de tus ojos y por eso no puedo parar de pensar en ti".
Esas son mamadas, perdona si lo digo así pero sé que no te han de gustar las palabras que no vengan de mi... Diablos, Simón ya se dio cuenta que no te estoy escribiendo lo que me dicta.
En fin. Siempre dices que tienes malos días, así que espero poderte alegrar éste con las flores.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora