• CAPÍTULO 23 •

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Miro mi reloj de mano y veo que son las doce de la noche apenas.
Me acerco a donde están unas chicas que me invitan unas cervezas y me pongo con ellas a platicar; parecen agradables, pero lo que no es agradable son sus amigos que no paran de tirar cigarrillos a la arena.

No me he cruzado con ninguno de los chicos desde que he estado aquí y temo porque me dejen, pero seguro que se quedarán más horas y Liam jamás me dejaría... o eso espero.

Continúo con las chicas y deciden meterse al agua aún con los disfraces puestos y yo haría lo mismo, pero mi vestido es muy lindo como para mojarlo aquí.

Prendo un cigarrillo y me pongo a fumar mientras que una chica me hace compañía.
Me hace plática de lo lindo que es su novio y todo eso que a mi no me importa pero hago como si sí para que me den más cervezas.

Todo iba saliendo bien, hasta que siento las manos de un idiota en mis caderas por detrás y le suelto un codazo en las costillas que lo hace quejarse.

—¡En tu perra vida me vuelvas a tocar!—Pero creo que no reconocí bien aquellas manos—Joder.

—El golpe dolió pero aún así me alagas al demostrarme que me eres fiel.

—¿Cómo me encontraste?

—No me gusta que te escapes. Si ya me habías dicho que estabas en la fiesta de la universidad es porque ahí te tengo ubicada si quieren hacer una balacera en esa zona.

—No respondiste a mi pregunta.

—Y yo que te creí inteligente. —Se acomoda su camisa—Soy dueño de casi todo Los Ángeles. Tengo personal y clientes en todo este lugar porque aquí se maneja más la compra de mis drogas. —Mira sobre mis hombros—¿Ves a ese hombre de barba y chaqueta negra? Trabaja para mi y me ha dicho que te ha visto aquí.

—Oh. —No pensé en eso.

—Ya vámonos.

—No.

—Vámonos.

—No quiero.

—Princesa, ya vámonos por favor.

—¿Por qué mejor no bailas conmigo?—Le doy mi mejor sonrisa coqueta y enrollo mis brazos en su cuello para tenerlo más de cerca—Baila conmigo.

—Yo no bailo. Ya vámonos.

—¡Dale rulitos! ¡No me quiero ir!

—Ya es de noche, tienes que descansar y cenar algo antes de irte a la cama.

—Tengo una idea. —Lo tomo de la mano y no reprocha cuando lo arrastro hasta una camioneta pickup en donde estaban las mujeres con las que estaba.
Me siento en la parte de atrás donde están las hieleras y él se pone entre mis piernas para tenerme cara a cara. —¿Algo para beber? Debe de haber una botella de tequila por aquí.

—Con una cerveza basta.

—No sabía que tomabas cerveza. —Abro una para él y otra para mi—Siempre eres de bebidas finas y caras.

—Uno se acostumbra a lo que hay. —La bebemos.

—¿Viniste solo?

—¿Y cargar con Agustín, Dalton y Simón yo solo? Obvio no. Maxon, Ana y Bratt vinieron por ellos también.

—Esos chicos no me agradan.

—Ni siquiera te agrado yo.

—Tienes razón. —Sigo bebiendo y así nos quedamos en un pequeño silencio sólo disfrutando de la música—¿Siempre cargas con tu pistola?

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora